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Este artículo fue curado por pulzo   Oct 1, 2025 - 11:56 am
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El expremier británico Tony Blair fue fichado por Donald Trump en su “plan de paz” para Gaza como una de las figuras internacionales que encabezarán una “Junta de Paz” que supervisará el gobierno de transición “palestino y apolítico” en la Franja de Gaza. El legado de Blair está marcado por los resultado del proceso de paz en Irlanda del Norte y su controvertido protagonismo en la guerra en Irak, por lo que diferentes voces cuestionan su idoneidad frente al reto que supone el conflicto palestino-israelí.

Aún no se conocen detalles del rol ni quiénes, además del presidente estadounidense y ex primer ministro británico, serán las figuras de la “Junta de paz” que supervisará al hipotético gobierno de transición en el enclave palestino –si Hamás acepta la propuesta–, pero Tony Blair tiene algunas certezas.

Es una región que conoce bien. Durante ocho años, desde el 2007 al 2015, se desempeñó como enviado especial para Medio Oriente del Cuarteto, (ONU, Estados Unidos, Rusia y la Unión Europea). A pesar de la prolongada misión, no logró el objetivo: materializar la solución de dos Estados y el desarrollo económico de los Territorios Palestinos

Su carisma, pragmatismo y su rol de mediador son quizás sus cartas fuertes, que se suman a su experiencia en las negociaciones y la firma del Acuerdo de Paz en Irlanda del Norte en 1998.

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Otra de sus habilidades es lograr la confianza de sectores antagónicos que, para este rol en la Franja de Gaza, sería fundamental.   

Sin embargo, varios expertos cuestionan su idoneidad para este nuevo cargo por la controversial participación británica en la guerra de Irak en el 2003, que cubrió de sombra el legado del político que en su momento basó su imagen como transformador.  

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De asumir esta nueva posición para la transformación de Gaza, Blair está determinado a reescribir su legado como líder internacional.

“Los antecedentes de Tony Blair, en Medio Oriente no son buenos”, resalta Mariano Aguirre, miembro asociado del Chatham House e investigador del centro CIDOB de Barcelona.

Versiones de prensa han sugerido que el británico estaba trabajando en ese plan, presentado por Trump, desde que inició la guerra con los atentados terroristas de Hamas el 7 de octubre de 2023.

Según medios británicos, que antes de la confirmación de Trump y Netanyahu llevaban días reportando detalles del plan y el rol de Blair, en el que habría trabajado mano a mano con Jared Kushner, yerno de Trump, fue presentado al presidente estadounidense en el verano.

Según ‘The Telegraph’, Kushner y Steve Witkoff, el enviado especial de Trump para Medio Oriente, le propusieron al magnate republicano, en una reunión en la Casa Blanca, que Blair dirigiera la administración temporal de Gaza.

“Creo que hay motivos para ser escépticos, entre otras porque va a rendir cuentas al presidente Trump, lo que le impondrá muchas restricciones en cuanto a lo que puede hacer. Blair es un político con experiencia en política exterior, por lo que podrá aportar algo de eso a su cargo”, le dice a France 24, Patrick Diamond, profesor de política pública de Queen Mary University of London.

“Levantará algunas cejas”, compartió a la BBC el secretario de Salud, Wes Streeting, al recordar su papel en la guerra de Irak.

En una columna en ‘The Guardian’, Josh Paul, exconsultor de seguridad en la Autoridad Provisional de la Coalición para Irak, lanzó que el plan para Gaza “no funcionará y no se debe confiar en este”. 

Paul agregó que “un gobierno de Gaza dirigido por Blair sería, al igual que el gobierno estadounidense de Irak, un trasplante incompatible que sería rechazado por el cuerpo, lo que conduciría a un ciclo de violencia y escalada que es totalmente evitable y que no beneficia a nadie”.

Una vez nombrado por Trump, Blair calificó el plan de “audaz e inteligente que, de ser aprobado, puede poner fin a la guerra, traer alivio inmediato a Gaza, la oportunidad de un futuro más brillante y mejor para su pueblo, al tiempo que garantiza la seguridad absoluta y duradera de Israel y la liberación de todos los rehenes”.

“Las posibilidades de que su gestión –en caso de que llegue a tener el cargo– sea exitosa, son muy dudosas”, sostiene Aguirre.

Tony Blair, el reformador

Anthony Charles Lynton Blair nació en Edimburgo, Escocia, en 1953. Con 22 años se afilió al Partido Laborista. Su carrera política empezó en 1983, como diputado por Sedgefield, en el Norte de Inglaterra.

Como pocos líderes, su carisma y proyecto político lograron movilizar masas alrededor de su movimiento, New Labour, (Nuevo Laborismo) que tomó distancia de las raíces revolucionarias de la colectividad para moverse hacia al centro y conquistar un electorado mucho más amplio.

“Creía que muchos de los objetivos tradicionales de la izquierda, como la nacionalización de la economía, un gasto público mucho mayor y la forma tradicional de estado del bienestar, estaban básicamente desfasados”, explica Diamond.

De la mano de Blair, el Nuevo Laborismo empezó a abrirse pasos agigantados. En 1994, se convirtió en el líder de su partido, ocupó varios roles como ministro en gabinetes en la sombra (gabinete de oposición) y tres años más tarde, en 1997, los Laboristas llegaron al poder y a Downing Street.

Su llegada al gobierno fue histórica. No solo por el tamaño de su victoria, una mayoría de 179, sino por el impacto que tuvo en el destino del país.

Mejoró las condiciones de trabajadores con salarios mínimos y logró reformas constitucionales como cambios en la Cámara de los Lores.

Además de una bonanza económica, en su Administración se reconocieron legalmente las relaciones de unión civil entre personas del mismo sexo.

Modernizó la imagen del Reino Unido con Cool Britania, que revitalizó el orgullo de ser británico, y consolidó al país como un líder global y estrechó las relaciones con Europa.

Tony Blair tuvo tres periodos de gobierno.

“Es alguien muy astuto. También ha demostrado en su carrera que está dispuesto a trabajar con políticos de todas las ideologías. Cuando trabajé con él en el Gobierno, solía causar irritación porque tenía buenas relaciones tanto con los líderes de centro-derecha como con los de centro-izquierda. Eso era consecuencia de su enfoque esencialmente pragmático”, sostiene Diamond.

También se recuerda la rivalidad política y personal con su copartidario Gordon Brown.

Es famoso el pacto que hicieron para que Tony fuera elegido jefe del partido. Brown, otro líder fundamental para la transformación Laborista y también muy popular, no se presentó para la elección del líder, con el compromiso de que sería nombrado ministro de finanzas en el gobierno de Blair.

Por años, los medios han asegurado que Brown y Blair hicieron otro pacto. Esta vez para que Brown lo reemplazara en Downing Street desde junio de 2007.

Inmediatamente, Blair fue nombrado como enviado especial de Medio Oriente del poderoso cuarteto.

Desde entonces, se ha consolidado como un líder internacional asociado con causas de paz que carga con la sombra de la guerra en Irak.

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En 2016, fundó el Tony Blair Institute for Global Change “una organización sin fines de lucro y no partidista que ayuda a gobiernos y líderes a convertir ideas audaces en realidad”, se lee en su página web.

Desde su organización empezó a delinear el plan de transición de Gaza que fue presentado por Trump. Sin embargo, esta organización ha estado vinculada con polémicas.

“Generó controversia al trabajar para Bahrein, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, incluso después del asesinato de Jamal Khashoggi, periodista crítico del régimen saudí, en 2018”, afirma ‘The Times’.

“Una lección para los procesos de paz en todo el mundo”

Otro de sus logros, y que lo catapultó en la escena global, fue la firma del Acuerdo de Paz del Viernes Santo en 1998, en Irlanda del Norte, que acabó con ‘The Troubles’ (Conflicto norirlandés), que dejó más de 3.500 muertos.

Este fue uno de los conflictos más sangrientos en Europa y que durante tres décadas generó violencia entre nacionalistas, que luchaban por la unificación de la isla de Irlanda y Unionistas, que defendían la permanencia de Irlanda del Norte en el Reino Unido.

“Fue un logro al que contribuyeron muchos políticos. Lo que tiene Blair es pragmatismo, lo que significa que en algunas situaciones en las que se necesita a alguien que no sea demasiado ideológico o rígido, en las que se necesita flexibilidad y pragmatismo, Blair suele ser muy eficaz. De hecho, es muy flexible”, asegura Diamond.

Desde entonces, y con ese logro en su legado, Blair gozaba de un prestigio internacional que le permitía ser referente no solo como político hábil sino como líder global, exitoso en procesos de paz.  

“Irlanda del Norte es probablemente el único ejemplo que se me ocurre, en el mundo moderno, de un proceso de paz que realmente llegó a buen término”, le dijo Blair a la ‘BBC’ en 2023.

Su carácter conciliador también le habría ayudado a proteger la estabilidad de la monarquía y especialmente a la reina Isabel II, tras la muerte de la princesa Diana en 1997.

Blair casi forzó a la reina a regresar a Londres para rendir un homenaje público a Diana, tras la creciente furia de miles de personas que cada día cuestionaban a la monarca que se negaba a que la princesa tuviera un funeral de Estado.

“Estaré contigo, pase lo que pase”: George W. Bush y la guerra en Irak

La investigación Chilcot, que buscaba esclarecer la participación británica en esa guerra, concluyó en el 2016 que la amenaza iraquí sobre armas de destrucción masiva, armas químicas o biológicas, fue exagerada para justificar la invasión.

El informe revela que, de acuerdo con las agencias de inteligencia británicas, Corea del Norte y Libia, se constituían en ese entonces en una mayor amenaza en ese tipo de armas.

Además, se reveló que las advertencias de las posibles consecuencias de esta acción fueron ignoradas por Blair, que las fuerzas militares británicas no estaban ni preparadas ni tenían la capacidad para participar en esa guerra y que no se agotaron las vías diplomáticas antes de la invasión.

No solo la invasión fue escandalosa, también la relación de lealtad del expremier con Bush, de quien Blair fue su aliado más cercano.

Entonces se conoció la célebre frase: “I will be with you, whatever” (“estaré contigo, pase lo que pase”) con la que Blair ofreció su apoyo incondicional al presidente George W. Bush, ocho meses antes de la invasión.

Expertos afirman que el papel británico en esa guerra dejó al país más expuesto al terrorismo.

“Recuerdo haber apoyado la invasión de Irak en 2003. Ingenuamente les dije a mis amigos escépticos que era imposible que un primer ministro británico llevara al país a la guerra sin estar seguro de que era necesario. Sin embargo, Blair no estaba seguro, y lo sabía”, escribió en ‘The Telegraph’ el autor Robert Tombs.

Como consecuencia, al menos un millón de personas marcharon en las calles de Londres para rechazar la participación británica en la guerra.  

Las opiniones están divididas sobre la viabilidad tanto del plan de Trump para Gaza, como del rol de Blair y su agridulce legado. 

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