Con la muerte de Willow, se acaba la presencia de por lo menos un perro corgi en el Palacio de Buckingham desde 1940, año en que el padre de Isabel II de Inglaterra le regaló el primero de la ‘dinastía canina’ para su cumpleaños número 18, reporta el diario Express.

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Fuentes cercanas a la reina citadas por Express dicen que la monarca siempre ha llorado la muerte de sus mascotas, pero que esta le pegó especialmente duro.

Dichas personas también dicen, citadas por el portal Now To Love, que probablemente lo que hace especial a Willow es que era el último vínculo con los padres de la reina, por aquello de que este perro era de la misma familia del original.

La reina crió más de 30 corgis durante décadas, pero hace años decidió dejar de hacerlo por considerar que ella misma está más cerca de la muerte y no quiere dejar ningún perro que la llore después de su partida.