Las proyecciones las hacen en momentos en que el presidente de Colombia, uno de los países más afectados por la crisis humanitaria que padecen los venezolanos por cuenta del régimen chavista, visita a su homólogo estadounidense, Donald Trump.

Iván Duque lidera en esta parte del mundo lo que ha denominado el cerco diplomático a “la usurpación, la dictadura” de Maduro, cuyo régimen ahora enfrenta la oposición del presidente interino Juan Guaidó, reconocido por más de 50 países.

Una de las consecuencias de la permanencia de Maduro en el poder, según Andrés Oppenheimer, en El Nuevo Herald, con la ayuda de Rusia y China ocurrirá lo mismo que sucedió en Cuba: “La crisis humanitaria de Venezuela aumenta, y millones de venezolanos más huyen del país”.

El artículo continúa abajo

“Eso —para este analista— deja a Maduro con menos bocas que alimentar, y con una población de empleados públicos paupérrimos y fácilmente controlables con subsidios del gobierno”.

Sin embargo, Oppenheimer considera que ni Brasil ni Colombia tolerarían “una hambruna causada por Maduro que provoque una invasión de millones más de venezolanos a sus territorios”, y cree, además, que Rusia y China “difícilmente darán mucho más dinero a Maduro”.

A ese escenario le da una probabilidad de un 30 %. A otros dos escenarios (que Maduro se vea obligado a permitir elecciones libres con observadores internacionales creíbles o que haya invasión militar de EE.UU., una fuerza multinacional, les da una probabilidad de 50 % y 20 %, respectivamente).

“¿Y si Maduro y sus aliados ganan el pulso, cuáles serían las consecuencias?”, se pregunta, por su parte, Marcos Peckel, en El Espectador, y responde: “Para el pueblo venezolano la continuación de la pauperización, la miseria, la escasez, la muerte de niños en los hospitales, la emigración masiva y el saqueo continuado  por parte de los socialistas del siglo XXI de  los recursos de la Nación”.

Pero eso no es todo. Para Peckel, la permanencia de Maduro significaría “una  considerable derrota geopolítica para Estados Unidos en su patio trasero, demasiado costosa quizás para contemplarla, tras la retórica del fin del chavismo expuesta por las cabezas de la administración Trump”.

Y para Colombia “sería una calamidad”, añade Peckel. “Un Maduro atornillado buscará vengarse de su enemigo neogranadino que se la jugó toda por su caída. Venezuela fortalecería la retaguardia estratégica para el ELN y otros grupos criminales, fomentaría la emigración masiva enviando incluso elementos  indeseables y la larga frontera común se convertiría en escenario de escaramuzas de todo tipo”.

Para América Latina, la permanencia de Maduro significaría, según este columnista, “un retroceso en su proceso de democratización comenzado en los años 90. Putin demostraría una vez más que no abandona a sus aliados, tal como hizo en Siria y los dictadores en ciernes respirarían tranquilos. Si Maduro se queda se demuestra que se puede ser dictador en la segunda década del siglo XXI sin morir en el intento”.