Ella es Florencia Lagos Neumann, que escribió el siguiente silogismo con conclusión no expresa (algo así como un entimema en la retórica aristotélica) en Twitter, el pasado 3 de febrero:

La conclusión resulta obvia, y responde a la pregunta que se plantea en el título de esta nota: Maduro no es un dictador porque no ha matado a Guaidó. Pero la trampa queda al descubierto con el análisis que hace Juan Carlos Rincón Escalante en una columna en El Espectador, en la que desnuda la estrategia argumentativa de Lagos Neumann.

“Se trata de un argumento ridículo disfrazado de profundidad y contundencia. Es una de esas construcciones retóricas, diseñadas específicamente para las redes sociales, que producen cortocircuitos mentales y son compartidas con entusiasmo [más de 25.000 personas han dicho que les gusta esa manera de ver el asunto], aunque se pueden desarmar con facilidad”, escribe Rincón Escalante en el diario capitalino.

Para él, en síntesis, se trata de una falacia. Y explica por qué: “La base del argumento es que las dictaduras implican que quien está al mando puede fusilar a cualquier opositor que surja. Entonces, ante la presencia de un acto de insolencia tal como el cometido por Guaidó, cualquier dictador lo hubiera mandado a tirar en una fosa común. Como Maduro no lo hizo, eso demuestra que (a) no tiene el poder para dar la orden y/o (b) es un demócrata que respeta el disenso. La dictadura venezolana es inventada”.

Sin embargo, Rincón Escalante recuerda que hay poderosas razones por las que Maduro no ha dado la orden de matar a Guaidó, como el hecho de que “la comunidad internacional tiene los ojos puestos sobre el opositor y asesinarlo sería dar una excusa diplomática para la invasión militar que tanto vienen considerando en la Casa Blanca”, además de “la reacción de una buena porción de la población venezolana, que ha rodeado al opositor y vería el homicidio como un ataque directo”.

“Hay mucho por perder con un acto que no tiene beneficios claros”, subraya el columnista, y agrega un pregunta que demuele el planteamiento de la chilena Lagos Neumann: “¿Acaso las dictaduras se definen exclusivamente por los asesinatos selectivos?”.

La respuesta a este interrogante resulta sencilla, y la da el mismo Rincón Escalante. “Hay dictaduras de todos los colores y sabores. Los regímenes son inteligentes; no necesitan estar dando golpes de autoridad para saber que tienen todo el poder bajo su control. La prudencia en ciertos momentos es su aliada, más aún si tienen la intención de venderse al mundo como una democracia asediada e injustamente estigmatizada”.

De hecho, Marcos Peckel escribe en una columna ese mismo diario que “la tormenta perfecta para darle fin al régimen de Maduro (oposición unida alrededor de Guaidó, pueblo en la calle, cierre del cerco diplomático promovido por el Grupo de Lima y la presión de EE. UU.) se está estrellando contra una fortaleza que por años ha construido el chavismo anticipando el momento actual”.

Y Andrés Oppenheimer, en El Nuevo Herald, recuerda que la estrategia de Maduro ha sido utilizar los diálogos con la oposición “para ganar tiempo, y luego encarcelar a sus rivales políticos una vez que la atención internacional giró hacia otro lado”.

Precisamente, por esa reprochable actitud, el papa Francisco le acaba de responder al dictador que no participará como mediador para un diálogo en Venezuela. El pontífice, en una carta que difundió el diario ‘Corriere della Sera’, recuerda los repetidos intentos solicitados por Maduro y realizados por la Santa Sede en los últimos años para “tratar de encontrar una salida a la crisis venezolana”.

Nicolás Maduro y papa Francisco

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“Desafortunadamente, todos fueron interrumpidos porque lo que se había acordado en las reuniones no fue seguido por gestos concretos para implementar los acuerdos”, escribe el pontífice, según el diario italiano.

Todo confirma el planteamiento de Rincón Escalante en El Espectador: los dictadores no se identifican solo por matar opositores, sino por las estrategias que emplean para perpetuarse en el poder.