
El miércoles 23 de abril de 2025, el mundo católico fue testigo del traslado del féretro del papa Francisco a la Basílica de San Pedro, en Ciudad del Vaticano, donde se dio inicio a los tres días de velación pública antes del funeral. El cuerpo de Jorge Mario Bergoglio, quien falleció a los 88 años debido a un ictus cerebral seguido de una insuficiencia cardíaca irreversible, fue dispuesto en la nave central de la emblemática basílica, junto a la tumba de San Pedro, permitiendo que miles de fieles se acerquen a rendirle un último homenaje.
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Para que el cuerpo del sumo pontífice permaneciera en buenas condiciones durante los días de velación y no evidenciara signos de descomposición, fue necesario seguir un protocolo meticuloso. En primer lugar, tras el retiro de su anillo papal y el cierre formal de su despacho, se llevó a cabo el proceso conocido como tanatopraxia, según informó El Tiempo. Este procedimiento consiste en una serie de medidas higiénicas y la aplicación de productos químicos conservantes que ayudan a preservar el cuerpo durante un tiempo limitado.
La tanatopraxia implica la limpieza y desinfección del cadáver para eliminar bacterias responsables de la descomposición. También se extraen prótesis, tejidos o dispositivos que podrían provocar contaminación. Posteriormente, se realiza el drenaje de sangre y la aplicación de una solución basada en alcohol, agua y formaldehído, un conservante que retarda el deterioro orgánico. Este tratamiento permitió que el papa Francisco pudiera permanecer en capilla ardiente durante los días necesarios para que los fieles y autoridades eclesiásticas se despidan, de acuerdo con el rotativo.
Qué otros papas se han hecho la tanatopraxia
El papa Francisco se une así a otros pontífices recientes, como Benedicto XVI, Juan Pablo II, Juan Pablo I y Pablo VI, que prefirieron la tanatopraxia sobre el embalsamamiento tradicional. De manera adicional, el propio Francisco había solicitado en vida ser enterrado únicamente en un ataúd de madera, en rechazo a la tradición de los tres ataúdes (ciprés, plomo y roble) que durante siglos se empleó para los papas. Además, renunció a ser expuesto en el catafalco cubierto de terciopelo dentro de la basílica, optando en cambio por un rito más sencillo y austero, según el informe periodístico.
El proceso de preservación ‘post mortem’ de los papas no ha estado exento de dificultades a lo largo de la historia. Un caso recordado es el del papa Pío XII, cuyo cuerpo fue sometido en 1958 a un método experimental proveniente de Nápoles, que evitaba la extracción de órganos y recurría al uso de bolsas de especias y aceites. Sin embargo, esta técnica falló y el cadáver empezó a hincharse por los gases de descomposición, lo que obligó a cerrar el ataúd antes de lo previsto debido a los malos olores y daños visibles, de acuerdo con el rotativo.
Esas experiencias han hecho que, con el tiempo, el Vaticano adopte protocolos más efectivos y respetuosos para los restos mortales de sus pontífices. En la actualidad, la prioridad es preservar la dignidad del papa fallecido y permitir la despedida de los fieles en un ambiente adecuado, según el citado diario.




La capital italiana, Roma, conocida por su tráfico caótico y su infraestructura saturada, se prepara para semanas de intensa actividad que se prolongarán hasta el cónclave en mayo, donde los cardenales elegirán al nuevo papa, según el citado periódico.
El desafío logístico y de seguridad es colosal. Se estima la llegada de entre 150 y 170 delegaciones extranjeras, entre ellas importantes líderes como el presidente estadounidense Donald Trump, los mandatarios de Brasil y Argentina, los reyes de España y Bélgica, y el príncipe Guillermo de Reino Unido.
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