En su columna titulada ‘Por qué hoy me avergüenzo de ser israelí’, Barenboim, que nació en Argentina pero también posee las nacionalidades israelí, palestina y española, recuerda con nostalgia que hace 14 años, ante el parlamento de Israel, calificó la declaración de independencia del Estado Israel (1948) como una “fuente de inspiración para creer en los ideales que nos hicieron dejar de ser judíos y nos transformaron en israelíes”.

Recuerda también que los padres fundadores del Estado judío que firmaron tal declaración “veían en el principio de igualdad la piedra angular de la sociedad que estaban construyendo” y prometieron buscar la paz con todos los países y pueblos vecinos. Luego dice:

“Setenta años después, el Gobierno israelí acaba de aprobar una nueva ley que sustituye el principio de igualdad y valores universales por el nacionalismo y el racismo”.

Se refiere a la ley aprobada la semana anterior por el parlamento israelí, llamada “Estado Nación del pueblo judío”, en la que se reserva el derecho de autodeterminación de esa colectividad y establece el hebreo como el único idioma oficial del país, informó El País. Así, se desconoce la tradición árabe que ha habitado ese territorio desde hace siglos.

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Por eso, empieza a lanzar una serie de preguntas, como si la independencia tiene sentido a costa de los derechos fundamentales de otros, o si puede el pueblo judío, víctima de muchas persecuciones en la historia, estar de acuerdo en la “indiferencia hacia los derechos y el padecimiento de un pueblo vecino”.

Luego dice que hoy, 14 años después de su declaración en el parlamento, el futuro de Israel dependerá de la “capacidad” de cumplir aquella promesa que hicieron los fundadores del Estado al momento de su fundación. Pero dice que nada ha cambiado desde 2004 hasta ahora. En cambio, todo tiende a ir peor: ahora hay una ley “que confirma la condición de la población árabe como ciudadanos de segunda clase”.

“Por consiguiente, se trata de una forma muy evidente de apartheid”.

Agrega que no cree que los judíos hayan sido víctimas de crueldades y hayan vivido persecuciones por más de 2.000 años para convertirse ahora “en el opresor que somete a los demás a sus crueldades”, porque eso es lo que hace la mencionada nueva ley, dice Barenboim, que finaliza su escrito con un mensaje de vergüenza:

“Hoy me avergüenzo de ser israelí”.