El hijo de Bunting, citado por el medio británico The Sun, asegura que fue un acto premeditado, pues la asesina trabó la cerradura de la puerta con sábanas para evitar que alguien más entrara, previo a atacarla con la taza.

Los hechos ocurrieron en el hospital Hull Royal Infirmary, de Hull, una ciudad en el nororiente de Inglaterra.

La asesina fue encontrada aún con el pocillo en la mano, al lado de la ensangrentada Eileen Bunting, que había tomado una píldora para dormir, pero según el viudo de Bunting, habrían sido los ronquidos los que exasperaron a la compañera de cuarto para hacerla cometer el crimen.

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La víctima estaba agendada para obtener el alta del hospital al día siguiente, pero luego de las heridas propinadas, tuvo permaneció unos días más, luego volvió a casa pero su salud desmejoró y finalmente falleció: “Ella comenzó a hablar con gente imaginaria, ya no era la misma”, dijo su esposo a The Sun.

La agresora está en custodia de las autoridades británicas y hasta el momento no se sabe nada de su condena.