El informe fue realizado por organizaciones de Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela que buscaron crear una plataforma para mostrar la problemática que vive el pulmón del mundo.

“A pesar de décadas de lucha contra el extractivismo sin normas, la minería ilegal persiste y crece como un fuerte vector de destrucción y contaminación de la Amazonía. La avidez por minerales valiosos se asemeja a una epidemia (…) Aunque la extracción minera siempre ha existido en esta región, su proliferación actual no se compara con ningún otro momento de la historia”, afirma la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG).

Según el secretario Ejecutivo de la RAISG, Beto Ricardo, la incidencia de la minería ilegal ha crecido exponencialmente en los últimos años a causa del precio de oro; sin embargo, es uno de los aspectos menos investigados.

“Estas actividades extractivas ilegales se caracterizan por sus prácticas antitécnicas e insostenibles. Se realizan principalmente a través de balsas y de dragas, que no sólo tienen efectos ambientales sobre el lecho de los ríos, sino también por la mala utilización del mercurio. Esto está generando daños a la salud de las poblaciones locales”, alerta el director de la fundación Gaia Amazonas, Francisco von Hildebrand

Durante la investigación se encontró que 30 ríos sirven como ruta para la entrada de maquinarias e insumos o la salida de los minerales.

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La Red creó una herramienta en línea que permite navegar por todas las áreas de minería ilícita e incluye sus áreas naturales protegidas y territorios indígenas para que exista una mayor cooperación entre los países amazónicos.

La Amazonía es el bosque tropical más extenso del mundo; su extensión llega a los 7 millones de kilómetros cuadrados y es una de las ecoregiones con mayor biodiversidad del planeta.