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La tradición de la Kumari en Nepal, vigente desde hace siglos, representa una compleja convergencia de religión, cultura e influencia social, especialmente en el seno de la comunidad Newar del valle de Katmandú. Recientemente, Arya Tara Shakya fue nombrada como la nueva Kumari de Katmandú, sucediendo a Trishna Shakya, y personifica la encarnación viviente de la diosa hindú Taleju hasta que alcance la pubertad, momento en el cual se le releva de esta posición y se reintegra a la vida cotidiana, según información proporcionada en reportes culturales regionales.
El proceso de selección de la Kumari está marcado por criterios que evidencian el peso de la religión y la astrología en la sociedad nepalí. Para ser elegida, la niña debe tener entre dos y cuatro años, pertenecer tanto a la comunidad Newar como a la familia Shakya y poseer una carta astrológica positiva. Además, debe exhibir treinta y dos atributos físicos considerados perfectos, que incluyen una voz completamente clara y sin defectos. Esta rigurosa selección no solo enfatiza el valor simbólico de la Kumari, sino que también refleja la manera en que el poder espiritual y político se legitiman dentro de la cultura local.
De acuerdo con los estudios de la antropóloga Sarah LeVine (Harvard University Press, 2008), la Kumari encarna la feminidad divina y funge como un puente viviente entre lo sagrado y lo mundano, moldeando la identidad cultural de Katmandú. La niña, en su rol sagrado, actúa también como intercesora social y preside las ceremonias más importantes, situándose como una figura central entre el Estado y las creencias religiosas. Aunque rodeada de respeto y veneración, su vida diaria se caracteriza por el aislamiento en el Kumari Ghar o palacio de la Kumari, al que sólo sale en contadas ocasiones ligadas a festividades religiosas.
A pesar de la reclusión, la Kumari recibe instrucción escolar dentro del palacio y tiene acceso a los exámenes oficiales, además de las visitas diarias de sus padres. Sin embargo, organizaciones defensoras de derechos humanos, como el Comité de Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), han manifestado preocupaciones legítimas acerca del posible impacto psicológico del confinamiento en niñas tan pequeñas. El organismo ha instado al Estado nepalí a conciliar la preservación cultural con la protección del bienestar y el desarrollo infantil, como se exponen en los informes de UNICEF Nepal de 2019.




La existencia de Kumaris en las tres principales ciudades del valle de Katmandú —Katmandú, Lalitpur y Bhaktapur— revela la profundidad y la extensión de este fenómeno en la estructura social regional. Según investigadores del Instituto de Estudios del Tíbet y Nepal, las Kumari integran una red histórica y política que resguarda la identidad cultural Newar frente al avance de la modernidad y el turismo, factores que amenazan la continuidad de las prácticas tradicionales. La Kumari, entonces, resulta una síntesis entre folclore, religión y representación política.
Finalmente, la ceremonia en que la Kumari es trasladada mediante un palanquín ceremonial, sin tocar el suelo, se encuentra cargada de simbolismo y atrae tanto la atención internacional como el debate sobre la comercialización de la cultura local. Según reportes de Al Jazeera (2022) y la BBC (2023), este acto es, a la vez, un espectáculo cultural para visitantes y un recordatorio de la tensión latente entre la conservación de tradiciones y la adaptación al mundo contemporáneo en Nepal.
¿Por qué la Kumari debe pertenecer específicamente a la familia Shakya de la comunidad Newar?
El requisito de que la Kumari provenga de la familia Shakya dentro de la comunidad Newar subraya el vínculo entre el linaje heredado y la legitimidad religiosa en el valle de Katmandú. Esta especificidad refuerza la continuidad de las antiguas tradiciones y delimita el círculo social encargado de preservar el rito. De acuerdo con los estudios etnográficos citados, la elección restringida busca también mantener la coherencia espiritual y el equilibrio de poderes entre los actores tradicionales de la región.
Además, esta condición garantiza que solo miembros profundamente integrados en la vida cultural y religiosa local asuman el rol de Kumari, algo considerado crucial para sostener el significado espiritual y ceremonial del cargo. Al formar parte del entramado cultural Newar, la familia Shakya aporta una base comunitaria que legitima a la niña elegida tanto frente a la sociedad como ante las instituciones religiosas y civiles.
¿Qué críticas se han planteado desde organismos internacionales acerca de la tradición de la Kumari?
La tradición ha sido objeto de observación por parte de organismos internacionales como el Comité de Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas. Las principales críticas se centran en el impacto que el aislamiento social y la imposición de roles pueden tener sobre el desarrollo psicológico y emocional de las niñas involucradas. UNICEF Nepal, en su informe de 2019, pidió al Estado garantizar que la observancia de prácticas culturales no vulnere los derechos fundamentales de la infancia ni su bienestar integral.
Estas críticas han generado debates locales e internacionales sobre la necesidad de encontrar un equilibrio entre preservación del patrimonio y el respeto a los derechos infantiles. El caso de la Kumari evidencia, así, los crecientes desafíos que enfrentan las sociedades para armonizar sus tradiciones ancestrales con los estándares contemporáneos de protección y desarrollo de la infancia.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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