La mujer fue condenada a muerte por envenenar a su esposo y a su hijo para cobrar los seguros de vida. También intentó asesinar a otro de sus novios con una bomba en su auto.

Judy Buenoano fue una de las asesinas más siniestras de la historia de Estados Unidos. Apodada la ‘Viuda negra’, fue responsable de la muerte de su esposo y de su hijo, a quienes envenenó con arsénico para cobrar los seguros de vida. También intentó matar a otro de sus novios con una bomba colocada en el auto. Todo tenía un móvil económico, aunque Robert Cousson, el agente que logró junto con otro agente llevarla a prisión, que “Judy personificaba la maldad”

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Buenoano fue ejecutada en la silla eléctrica el 30 de marzo de 1998, en la prisión estatal de Starke, en el estado de Florida. Fue la primera mujer en recibir la pena capital en ese estado desde 1848.

Los crímenes de la ‘Viuda negra’, peligrosa asesina de Estados Unidos

Buenoano nació en Texas en 1943, con el nombre de Judias Welty. Se casó con James Goodyear, un sargento de la fuerza aérea, con quien tuvo tres hijos: James, Michael y Kimberly. En 1971, poco después de que su esposo regresara de la guerra de Vietnam, lo envenenó con arsénico y cobró 28.000 dólares del seguro.

En 1973, se mudó a Colorado con sus hijos y comenzó una relación con Bobby Joe Morris, a quien también mató con arsénico en 1978. Antes, había intentado asesinar a su hijo Michael, quien quedó paralítico por el veneno que le suministraba. En 1980, lo arrojó a un río y lo dejó ahogarse. Por estas dos muertes, recibió otros 125.000 dólares.

En 1983, se trasladó a Florida y se hizo novia de John Gentry, un empresario millonario. Le dio unas cápsulas que supuestamente eran vitaminas, pero que contenían arsénico y formaldehído. Cuando Gentry se enfermó gravemente, Buenoano le puso una bomba en el auto, que explotó cuando él lo encendió.

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El juicio y la ejecución

Gentry sobrevivió al atentado y denunció a Buenoano, quien fue arrestada y juzgada por intento de homicidio. Durante el proceso, se descubrió que había matado a su esposo y a su hijo con arsénico, y que posiblemente había hecho lo mismo con otro novio en Colorado.

Buenoano fue condenada a cadena perpetua por el asesinato de su hijo, a 12 años por el intento de homicidio contra Gentry y a pena de muerte por el asesinato de su esposo. Siempre negó los cargos y se declaró inocente.

En su última entrevista antes de ser ejecutada, dijo que estaba lista para morir y que iría al cielo a ver a Jesús. Sus últimas palabras fueron: “No tengo nada que decir”. Murió electrocutada a los 54 años, ante la mirada de varios testigos, entre ellos el detective que investigó sus crímenes, quien dijo que era “la persona más fría” que había conocido.