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Este artículo fue curado por pulzo   Dic 6, 2025 - 10:55 am
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La serie de tormentas tropicales y lluvias monzónicas que azota esta parte de Asia desde finales de noviembre ha provocado deslizamientos de tierra e inundaciones repentinas y causado la muerte de 1.790 personas solo desde la semana pasada en Indonesia, Sri Lanka, Malasia, Tailandia y Vietnam, según un recuento de la AFP basado en datos de las agencias nacionales de gestión de desastres.

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Entre las víctimas, 908 personas murieron y otras 410 siguen desaparecidas en Sumatra, la gran isla del oeste de Indonesia, de acuerdo con un balance publicado el sábado por la agencia nacional de gestión de catástrofes. 

Este balance podría agravarse por el hambre que amenaza a las aldeas y las “zonas que siguen siendo inaccesibles en las regiones remotas de Aceh, en el extremo norte de Sumatra”, declaró Muzakir Manaf, gobernador de esta provincia.

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Según los testimonios locales, “Sumatra está completamente destruida, de norte a sur, desde las carreteras hasta el mar”. El gobernador Manaf declaró a las agencias de noticias internacionales que “muchas personas necesitan productos de primera necesidad”.

“La gente no muere por las inundaciones, sino por el hambre”, dijo el gobernador de Sumatra.

Según la agencia meteorológica indonesia, las lluvias podrían volver este sábado a las provincias de Aceh y el norte de Sumatra, donde el agua y el lodo han sepultado las casas.

Sobrevivientes claman por una respuesta estatal en medio de agua fangosa

En Aceh Tamiang, la zona más golpeada, los vecinos trepan troncos resbaladizos y sortean vehículos destrozados para llegar a puntos de distribución de ayuda gestionados por voluntarios. Allí reciben ropa limpia y agua fresca de camiones cisterna. Dimas Firmansyah, de 14 años, pasó una semana atrapado en su internado islámico.

“Nos turnábamos para buscar comida y hervir agua fangosa; los niños también la bebieron”, dijo Dimas Firmansyah a la agencia de noticias Reuters.

Con pozos contaminados y tuberías destrozadas, las aguas de la inundación han convertido las necesidades básicas en lujos. Quienes se salvaron de las inundaciones relatan que la supervivencia es desalentadora. Han tenido que beber la misma agua fangosa que destruyó sus casas.

“Bebimos el agua de la inundación después de dejarla reposar y hervirla. Los niños también la bebieron”, dijo Mariana, viuda de 53 años, cuya casa quedó destruida. Otros residentes confirman que solo han podido beber el agua con lodo, lo que ha provocado enfermedades en los niños.

Munawar Liza Zainal, habitante de Aceh, se siente “traicionado” por el Gobierno indonesio, que hasta ahora no ha declarado el estado de catástrofe nacional, a pesar de las presiones.

“Es una catástrofe extraordinaria que debe tratarse con medidas extraordinarias”, insiste a la AFP este hombre, frustrado como muchas otras víctimas.

Según algunos expertos, el gobierno del presidente Prabowo Subianto podría mostrarse reacio a declarar el estado de catástrofe nacional para desbloquear fondos extraordinarios y se inclinaría a solicitar ayuda internacional, lo que reflejaría su incapacidad para hacer frente por sí sola a este suceso.

El presidente Prabowo Subianto afirmó esta semana que “la situación está mejorando” y los recursos actuales bastan. Sin embargo, los camiones de ayuda avanzan con dificultad desde Medan, muchas zonas solo son accesibles en helicóptero, y la electricidad e internet siguen cortados por torres derrumbadas.

Mientras las aguas bajan, la prioridad absoluta es agua potable, medicinas y refugio para cientos de miles de desplazados que, veinte años después del tsunami de 2004, vuelven a enfrentarse a una catástrofe que muchos describen como “peor que el mar”.

¿Por qué fueron tan mortales estas inundaciones?

Las lluvias extremas fueron provocadas por un ciclón tropical que se estacionó varios días sobre el estrecho de Malaca, descargando en pocas horas el equivalente a varios meses de precipitación. 

Sin embargo, el factor decisivo fue la pérdida de cobertura forestal: Sumatra ha perdido más del 40 % de sus bosques primarios en las últimas tres décadas, principalmente por plantaciones de palma aceitera, minería y proyectos hidroeléctricos.

Sin árboles que retengan el suelo en las laderas, la lluvia saturó rápidamente los terrenos desnudos, generando deslizamientos de tierra hiperveloces (hasta 80 km/h) conocidos como “lahares fríos”. Estos flujos de lodo y troncos actúan como avalanchas líquidas y explican por qué muchas víctimas fueron sorprendidas mientras dormían. 

Según el ministerio de Medio Ambiente indonesio, las inspecciones aéreas en Batang Toru muestran talas recientes que coinciden exactamente con las cuencas donde se originaron los deslizamientos más letales.

Empresas bajo investigación por deforestación ilegal

El gobierno de Indonesia ha suspendido temporalmente las operaciones de North Sumatra Hydro Energy (planta hidroeléctrica de 510 MW financiada por China) y de Agincourt Resources (mina de oro Martabe), ambas en Batang Toru. Se les exigirá auditorías ambientales completas. Ninguna empresa ha respondido aún a las solicitudes de comentarios.

Sobrevivientes como Hadi Akher, con el torso desnudo por falta de ropa, gritan ante las filas de ayuda: “Estas inundaciones mortales ocurrieron porque aquí hay demasiados funcionarios corruptos que permiten la tala”.

 

Con Reuters, AFP y AP

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