Este viernes, la jefa del ejecutivo, Carrie Lam, blanco de las críticas de los manifestantes, aludió a unas disposiciones de emergencia (Emergency Ordinance Regulations) que datan de 1922 y que no se habían utilizado desde hacía 52 años, para prohibir el uso de máscaras.

“Creemos que la nueva ley tendrá un efecto disuasorio en los manifestantes violentos y ayudará a la policía en su misión de mantener el orden”, dijo en una rueda de prensa.

La mandataria precisó que la prohibición, que entrará en vigor a medianoche, no significaba que su gobierno hubiera declarado el estado de emergencia en el territorio semiautónomo.

En redes sociales, la respuesta no se hizo esperar, con una multitud de llamados a la manifestación para los tres próximos días. Un grupo invadió las calles del barrio Central, una escena que se ha vuelto habitual.

También se levantaron barricadas en el barrio de Kowloon Tong y cientos de personas enmascaradas participaron en una sentada en un centro comercial de la ciudad de Sha Tin.

Antes que ellos, miles de hongkoneses se habían adelantado al anuncio de Lam y se habían manifestado, asegurando que no respetarán la prohibición.

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Desde junio, muchos manifestantes empezaron a usar máscaras en las movilizaciones para evitar ser identificados y que se abran diligencias contra ellos. Algunos también llevan casco, gafas de protección o máscaras de gas para protegerse de los gases lacrimógenos y de los proyectiles lanzados por la policía.

“Los jóvenes arriesgan su vida, les da igual que los encarcelen por diez años, así que el hecho de llevar una máscara no les supondrá un problema”, declaró un hombre de 34 años, que llevaba el rostro tapado.

La ley de 1922 autoriza al ejecutivo a tomar “cualquier medida”, sin necesitar el permiso del cuerpo legislativo, si se produce una situación de emergencia o si existe un peligro para la población.

Hong Kong atraviesa desde junio su peor crisis política desde que fue retrocedida a Pekín en 1997, con protestas casi diarias y enfrentamientos cada vez más violentos entre las fuerzas de seguridad y manifestantes que se tapan la cara.

Ni el gobierno central chino ni el ejecutivo local han logrado frenar la movilización.