Y como desde hace 32 años, este viernes santo Enaje se hizo crucificar en la localidad de Cutud, a unos 76 kilómetros de Manila, la capital Filipinas. Lo distinto es que esta vez, a diferencia de las ocasiones del pasado, no llegó a su casa cojeando. De hecho, dijo que este año se sintió “genial”, informa Reuters.

Según dijo, cree que su fuerte fe católica lo ayudó a evitar el dolor que naturalmente produce una crucifixión. Además, asegura sentir que Dios le está diciendo que continúe con la práctica, que ha sido rechazada por la Iglesia católica.

Enaje dice que está listo para soportar 2 crucifixiones más, al menos hasta que llegue a los 60 años, agrega The Washington Post. Junto a él, el Viernes Santo pasado, un hombre y una mujer, que se hacía clavar en la cruz por séptima vez, imitaron la pasión de Jesucristo en la pequeña localidad, ante la mirada de propios y extraños.

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Las personas que se someten a esos padecimientos son clavadas en la cruz por actores que se disfrazan de soldados romanos de la época de Cristo y usan puntillas de 2 pulgadas de largo mojadas con alcohol para cumplir con la tradición.

La Iglesia católica en Filipinas, un país en el que el 80 % de sus habitantes es católico, ha dicho que tolera el ritual de la crucifixión voluntaria, pero asegura que esas muestras de devoción son, en realidad, una malinterpretación de la fe.