Para la revista Semana, este centro es “el símbolo más emblemático del régimen que agobia Venezuela”, un edificio en Caracas que estaba destinado a ser uno de los centros comerciales más avanzados del planeta, en la década de los 60, pero quedó reducido a una penitenciaria del terror.

El sitio, dice la publicación, nunca fue inaugurado y a finales de los 70 y principios de los 80 era ocupado por indigentes y usado como ‘olla’ o expendio de drogas, hasta que en 1982 fue ocupado por el gobierno de turno y luego por el gobierno de Hugo Chávez para instalar al temible Servicio de Inteligencia Bolivariano (Sebín).

Fue en ese momento en que se convirtió en el centro de “espionaje y represión” que es hoy en día, publica Semana.

Las instalaciones albergan celdas y cuartos de tortura: “Miles han pasado por ese lugar, la gran mayoría son presos políticos, pero también se encuentran profesores, estudiantes, padres de familia”, asegura el artículo de Semana.

Un preso político que estuvo recluido allí, entrevistado por el portal Al Navío, explica que es “un laboratorio sicológico de daños físicos que afecta a presos y familiares”.

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El exrecluso narra que en este edificio, cuyo proyecto arquitectónico se expuso en el Museo de Arte de Nueva York en su época, es en realidad un centro de tortura, cita Al Navío:

“Te envuelven en una sábana y te dan palazos y golpes”, y para quitarles el sueño a los presos “te amarran con una esposa a una tubería con la mano en alto sintiendo la presión”.

Adicional a la tortura y la continua presión dentro del penal para obtener información de quienes están allí recluidos, a los presos políticos se les mezcla “con ladrones y narcotraficantes; estos últimos, responsables de las extorsiones”, narra la antigua víctima de este centro, citada por Al Navío.