Aunque Gustavo Petro celebró y agradeció que el jefe de Estado del país norteamericano lo fuera a recibir, aparentemente esta sería una movida de ajedrez del gobierno estadounidense para avanzar en el tablero de la geopolítica mundial.

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Es decir, la diplomacia de Biden estaría buscando efectos en terceros a costas de Petro, que fungiría como una ficha más del juego que sostienen entre sí las potencias mundiales por el dominio de América Latina.

En ese sentido, los coletazos del encuentro recaerían sobre China y Rusia, de los cuales Estados Unidos pretende blindar a su zona de influencia, pues los tentáculos de Pekín y Moscú han tenido buen puerto en lugares como Brasil, Venezuela, Nicaragua y Cuba.

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Según el periodista Luis Carlos Vélez “la relación entre Estados Unidos y América Latina está a punto de cambiar” debido a las tensiones entre el gobierno norteamericano y China, lo que afectaría económicamente a la tierra del ‘Tío Sam’.

Es decir que vendrían “nuevas oportunidades de negocio” en Cetro y Suramérica con una posible reapertura del mercado, lo que “el bloque mayoritario de izquierda latinoamericana presentaría esto como una gran victoria frente al gobierno de EE. UU. , que en su escala de enemigos primero tiene a Putin y a XI Jinping que a Maduro y a los carteles de la droga”.

Rusia, segundo pájaro con el mismo tiro

La invitación a Petro fue una hábil acción con la que Estados Unidos se quiso anticipar y marcar territorio ante el régimen de Vladimir Putin, que envió a Sergei Lavrov, su ministro de Relaciones Exterior, a una nutrida gira suramericana por Brasil y las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua.

De esta manera, el gobierno de Joe Biden, que señaló a Brasil de repetir la propaganda rusa, se aseguró de que Petro no estuviera disponible justo en ese momento para recibir el guiño de Lavrov, que husmea en la zona en busca de apoyos frente al desprestigio que ha acarreado la invasión a Ucrania.

Lavrov en Brasil / AFP
Lavrov en Brasil / AFP