
A lo largo de la historia, la energía ha sido el motor que ha guiado a las civilizaciones desde sus orígenes. Desde el calor del sol y el fuego que protegió a nuestros antepasados, hasta la fuerza del viento que impulsó los veleros por los mares y la energía de los ríos que dio vida a los primeros molinos, cada avance ha marcado una nueva era. La llegada del carbón revolucionó la industria, el petróleo transformó el mundo moderno y hoy, en plena transición energética, la electricidad generada por fuentes renovables define nuestro presente y futuro.
Desde tiempos ancestrales, las mujeres han sido las principales gestoras de la energía. En las civilizaciones antiguas, dominaban el uso eficiente del fuego, garantizando calor, iluminación y la cocción de alimentos, una fuente energética esencial para la supervivencia humana. Además, desempeñaron un papel clave en la selección y el cultivo de plantas, sentando las bases de la medicina artesanal y la agricultura. En muchas culturas, las sacerdotisas y curanderas han utilizado el fuego y la luz como símbolo de poder y conocimiento, consolidando así un vínculo ancestral entre la mujer y la energía.
Con la llegada de la revolución industrial, se produjo una transformación radical en el uso de la energía. Miles de mujeres trabajaron en fábricas textiles y minas, contribuyendo al auge del carbón, aunque con escaso reconocimiento y derechos laborales limitados. Al mismo tiempo, seguían siendo las principales responsables del hogar, una labor no valorada al mismo nivel que su importancia. A pesar de estas circunstancias, continuaban representando la esencia de la energía, el fuego, siendo el corazón de sus hogares y liderando una lucha constante por la equidad.
A medida que la electricidad transformó el mundo, la mujer comenzó a abrirse paso en los campos de la ciencia, la ingeniería y la tecnología, aumentando su participación en los estudios y la innovación. En la actualidad, con la nueva revolución energética basada en la transición hacia fuentes limpias, las mujeres desempeñan un papel cada vez más visible. Su liderazgo y determinación reflejan el fuego que llevan dentro, demostrando sus capacidades y su potencial para poner su grano de arena en la sociedad.
Esta historia es un testimonio de la dedicación y el esfuerzo de las mujeres en el ámbito energético. Son las guardianas de la primera fuente de energía controlada por el ser humano, el fuego, un símbolo de progreso y transformación. A lo largo del tiempo, han enfrentado barreras e injusticias, pero su determinación ha mantenido viva la llama de su interior. Porque la energía no es una cuestión de género sino de capacidad, justicia y desarrollo humano. En esta transición energética, quienes forman parte de ella continúan y continuarán haciendo historia con la misma perseverancia que ha impulsado a la sociedad.
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