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Este artículo fue curado por pulzo   Dic 5, 2025 - 9:40 am
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Por Clea Broadhurst, corresponsal de RFI en Pekín

Según los últimos datos de las aduanas chinas, las exportaciones a África se dispararon un 25,9 % en los primeros ocho meses del año. Pekín ya ha vendido 122.000 millones de dólares en bienes al continente, más que en todo 2020, y las previsiones indican que el total podría superar los 200.000 millones a finales de año.

Lo que más llama la atención es la contribución africana al crecimiento chino: una cuarta parte del aumento total de las exportaciones desde enero. En 2024, esta proporción era del 0,2 %. Ha pasado de ser un dato estadístico a convertirse en un motor estructural.

Infraestructuras, energía, transporte

África no es solo un mercado en expansión demográfica, sino un continente en transformación que tiene una enorme necesidad de equipamiento para construir, producir, transportar y electrificar.

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Cinco categorías concentran hoy el 55 % de las importaciones africanas procedentes de China: maquinaria y equipos pesados; material eléctrico; automóviles; buques; acero y productos metálicos. Estos sectores representan el 75 % del crecimiento de las exportaciones chinas a África.

En el sector de la construcción, la demanda se ha disparado: en el primer semestre, los países africanos firmaron más de 30.500 millones de dólares en contratos de construcción con empresas chinas, cinco veces más que el año pasado. Las exportaciones de maquinaria de construcción se han disparado un 63 %, mientras que las de acero registran un crecimiento de dos dígitos.

La transición energética da un nuevo impulso: +60 % para los paneles solares; las baterías de iones de litio también experimentan un crecimiento de dos dígitos; +25 % para los equipos de conversión eléctrica. China se impone como el proveedor natural de un continente que sigue dependiendo del diésel, pero que busca soluciones rápidas y asequibles para diversificar su mezcla de energías.

Pekín se abre mientras Washington se cierra

La dinámica actual es en gran parte producto de la geopolítica. Ante los “aranceles recíprocos” impuestos por Washington, los exportadores chinos buscan mercados menos expuestos a las tensiones. En este contexto, África ofrece una alternativa casi ideal.

Pekín, por su parte, despliega la alfombra roja: exención del 100 % de los aranceles para 53 países africanos; apertura acelerada de su mercado agrícola a 19 de ellos; acuerdos de swap (líneas de crédito puestas a disposición por China, nota del editor) para facilitar el uso del yuan en el comercio bilateral.

Mientras que las protecciones estadounidenses debilitan a algunos exportadores africanos, China despliega una diplomacia comercial que refuerza su influencia al tiempo que fluidifica sus propios intercambios.

Un auge que conlleva riesgos

Sin embargo, esta espectacular aceleración oculta varias fragilidades. En primer lugar, la disparidad africana. Sudáfrica, la primera economía del continente, solo registra un aumento del 3,8 % en las importaciones procedentes de China. Sus dificultades energéticas y su desempleo endémico lastran la demanda.

En segundo lugar, el impacto indirecto de las políticas estadounidenses. Al imponer aranceles a determinadas exportaciones africanas, Washington reduce automáticamente los ingresos de estos países y, por tanto, su capacidad de importación.

Por último, la creciente dependencia. La mayoría de los países africanos exportan materias primas e importan productos manufacturados, lo que agrava un desequilibrio comercial ya de por sí enorme. El riesgo: una forma de dependencia estructural de China, difícil de corregir a largo plazo.

Una relación que se consolida con el tiempo

Para Pekín, África es mucho más que un mercado: es un terreno en el que se experimenta el auge internacional de China. Las empresas chinas ya no solo venden productos, sino sistemas completos: financiación, ingeniería, construcción, normas técnicas y equipamientos.

África se convierte así en uno de los espacios donde China prueba su modelo de desarrollo exportable, una combinación única de precios bajos, rapidez de ejecución y apoyo estatal.

La tendencia es clara: salvo que se produzca un cambio político importante, África seguirá siendo una de las principales zonas de expansión del comercio exterior chino. Queda por ver a qué precio, tanto para el continente como para China.

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