Tras haberse apoderado de extensas regiones en Siria y en Irak, el EI proclamó en junio de 2014 un califato que abarcaba un territorio del tamaño de Reino Unido. Allí, instauró su propia administración, recaudó impuestos y lanzó una campaña de propaganda para atraer a extranjeros.

Jim Mattis

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Este sábado, el presidente estadounidense, Donald Trump, se congratuló en un comunicado por la liberación del territorio que comprendía el ‘califato’: “Me complace anunciar que con nuestros socios de la coalición internacional (…), incluidas las fuerzas de seguridad iraquíes y las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), Estados Unidos ha liberado todos los territorios controlados por el Estado Islámico (EI) en Siria e Irak“, declaró.

El secretario de Estado, Mike Pompeo, felicitó en Twitter “a las tropas estadounidenses, las FDS y la coalición por este éxito increíble”, pero añadió que “aún queda mucho por hacer para garantizar que la amenaza del terrorismo islámico radical sea total y definitivamente aniquilada“.

Desde enero más de 67.000 personas habían venido saliendo del reducto, entre ellas 5.000 yihadistas que fueron detenidos, según las FDS. Los civiles, sobre todo familiares de yihadistas, fueron trasladados a campamentos, principalmente al de Al Hol (nordeste), donde viven en condiciones difíciles.

En seis meses de combates, más de 630 civiles, entre ellos 209 niños y 157 mujeres, resultaron muertos en esta última ofensiva, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH). También perdieron la vida 1.600 yihadistas y 730 combatientes de las FDS.