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Este artículo fue curado por pulzo   Dic 26, 2025 - 5:15 pm
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El delincuente sexual Jeffrey Epstein fue hallado muerto en una celda del Centro Correccional Metropolitano de Nueva York el 10 de agosto, aproximadamente a las 6:30 am. La causa oficial del deceso fue un suicido por ahorcamiento, según el dictamen de la médica Forense Bárbara Sampson.

Aunque la conclusión del suicidio ha sido cuestionada por múltiples sectores de la sociedad y la política, incluidos miembros del Congreso estadounidense y partidarios del presidente Donald Trump, los archivos desclasificados recientemente por el Departamento de Justicia (DOJ) respaldan esa hipótesis.  Aún más: evidencian falta de vigilancia del sistema penitenciario encargado de custodiar a Epstein.

Epstein había sido catalogado como un recluso con riesgo de suicidio por un intento previo de ahorcamiento que lo había dejado semiinconsciente en su celda, antes de ser encontrado por algunos guardias. Los documentos difundidos por el DOJ reflejan más detalles de ese intento previo de quitarse la vida. 

Las actas penitenciarias, citadas por el Washington Post, revelan a que los agentes que lo encontraron “con una soga naranja improvisada alrededor del cuello”, lo trasladaron en una camilla para brindarle asistencia.

Las fotos del informe médico de ese día “etiquetadas como posible intento de suicidio, muestran a un Epstein desaliñado con una bata azul antisuicidio y la piel ligeramente enrojecida por encima de la clavícula”, explica el medio estadounidense.

Tras su estabilización, Epstein fue puesto en vigilancia por riesgo de suicidio. Los informes de entonces detallan que el recluso verbalizaba problemas de insomnio y negaba haber intentado quitarse la vida. “Dijo que no le gusta el dolor y que no quería hacerse daño”, escribió un psicólogo de la prisión que lo examinó esas semanas.

Dos notas inéditas reveladas esta semana por el DOJ evidencian que Epstein declaró la noche posterior al incidente “que su compañero de celda intentó matarlo” y que “lo había estado acosando”, una versión de la que no encontraron pruebas los investigadores.

De hecho, documentos posteriores evidencian que tanto Epstein como Nicholas Tartaglione, el expolicía acusado de asesinato múltiple con quien compartía celda, afirmaron no tener problemas entre ellos.

Un correo electrónico entre directores penitenciarios sugería que Epstein podría enfrentar una audiencia disciplinaria por violar la prohibición de la prisión sobre la “automutilación”, una idea que un médico citado en esa correspondencia veía factible, dado que el delincuente sexual no padecía ninguna enfermedad mental diagnosticada.

Epstein, sin vigilancia por suicidio

A los pocos días del intento de suicidio, la condición de Epstein, que según los reportes mostraba “signos de positividad” y negaba la voluntad suicida, fue degradada a observación psicológica, ya no en el régimen de vigilancia continua 24/7, que incluía restricción de ciertos elementos que podían ser autolesivos.

El 26 de julio, dos semanas antes de la muerte de Epstein, el psicólogo jefe de la prisión escribió que un psicólogo en la sede de la Oficina de Prisiones en Washington “estaba preocupado porque habían bajado (a Epstein) a observación psicológica en lugar de mantenerlo en vigilancia por suicidio”.

“Di mi justificación y creo que es apropiada”, aseguró entonces el psicólogo del penal neoyorquino.

Otro correo electrónico, un día más tarde, comunicó el descontento de Epstein por tener que volver a la unidad de seguridad, utilizada para reos con problemas mentales o con necesidades adicionales de vigilancia. Epstein estaba “ansioso por no poder dormir allí debido al ruido de los reclusos golpeando y gritando por la noche”, aseguró el remitente.

Tres días más tarde, los trabajadores de la prisión enviaron a Epstein de regreso a la unidad especial, y 10  noches después, lo encontraron sin vida en su celda. 

La fiscalía acusó a dos funcionarios penitenciarios de dormir durante parte de su turno la noche en que Epstein se quitó la vida, así como de realizar compras en línea y falsificar los libros de registro para maquillar su omisión de las rondas de vigilancia. Estas actitudes redundaron en que Epstein quedara solo en su celda, contrario a las indicaciones que habían recibido. 

Pocos días después de la muerte del financiero, el fiscal William Barr informó de “graves irregularidades” en esa penitenciaría neoyorquina, que apuntaban a que los agentes “no habían logrado asegurar adecuadamente al prisionero”.

Barr se declaró entonces “horrorizado”. “Este caso fue importante para las víctimas que tuvieron el coraje de presentarse y merecen la oportunidad de confrontar a los acusados en la sala del tribunal”.

Con EFE y medios locales

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