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Entradas que pueden costar decenas de miles de dólares, cambios en los criterios de asignación de posiciones para la afición de los países participantes, falta de disponibilidad de los tickets más accesibles y el cuestionado esquema de precios variables que ya se puso en práctica en el Mundial de Clubes este año, este es el tortuoso camino que los amantes del fútbol deben seguir para asegurarse un puesto en la Copa del Mundo de Norteamérica 2026.
La FIFA ha celebrado efusivamente esta semana los resultados de la fase del sorteo de preventa de la Copa del Mundo de 2026: más de un millón de entradas fueron adquiridas por aficionados. Los fanáticos tal vez no compartan el mismo entusiasmo, luego de un proceso tortuoso, en algunos casos decepcionante y extremadamente costoso.
Asistir al partido inaugural en el estadio Azteca de México puede costar hasta 1825 dólares en puestos preferenciales. Para el primer juego en Canadá, que será en Toronto, las entradas categoría 1 (la tribuna inferior, más cerca de la cancha) tendrán un precio de 1745 dólares.
Sin embargo, en el SoFi Stadium de Los Ángeles, las boletas inaugurales se disparan a 2735 dólares, y si hablamos de la final en el MetLife de Nueva Jersey, presenciar el duelo en las mejores ubicaciones costará 6370 dólares.




Esos precios se desprendieron de la primera fase de venta de entradas del Mundial, celebrada desde inicios de octubre. Esa fue la experiencia de los aficionados que aplicaron para la lotería de boletas, en tortuosos procesos en línea para tratar de encontrar posiciones accesibles.
Cuestión de suerte
No todos quedaron contentos, porque al ser un sorteo, los aplicantes recibieron días después un correo electrónico notificándoles si su intento había prosperado o no.
En total 4,5 millones de aficionados participaron en esta primera fase, en la que se asignó acceso para comprar hasta un millón de boletas. La mayoría recibió la respuesta más temida: “Lamentablemente, tu inscripción no fue exitosa y no se te ha asignado un horario para comprar boletos durante esta fase de venta”.
Eso significa que deberán esperar a que se abra una nueva oferta con las posiciones que quedan por ser ofrecidas. Solo que los costos no son fijos, sino que obedecen al esquema de precios variables o dinámicos que ya la FIFA puso en práctica durante el Mundial de Clubes, que no es otra cosa que la ley de oferta y demanda en acción.
En aquella ocasión, el escaso interés de un público no familiarizado con la mayoría de los equipos participantes hizo que las entradas para el juego inaugural entre Inter Miami y Al Alhy se desplomaran de 349 a 47 dólares, y que fuera posible ver el duelo entre el campeón de la Champions, PSG, y el de la Libertadores, Botafogo, por solo 33 dólares.
No será lo mismo en el Mundial de selecciones, y pese a las quejas de los fanáticos, la FIFA defiende su apuesta de no diseñar una tabla de precios fijos.
“El modelo de precios adoptado generalmente refleja la práctica de mercado existente y en desarrollo en nuestros coanfitriones para los principales eventos deportivos y de entretenimiento, incluido el fútbol”, indicó el ente rector del fútbol en un comunicado dirigido al portal ‘The Athletic’ del ‘New York Times’.
Según ese documento, se ofrecían “entradas para la fase de grupos a partir de 60 dólares estadounidenses, un precio muy competitivo para un gran evento deportivo mundial en los Estados Unidos”.
Sin embargo, la experiencia de la mayoría de los fanáticos fue la misma: largas horas en cola virtual esperando turno para armar sus paquetes, y cuando finalmente llegó su momento, ya no quedaban boletas de 60 dólares, para posiciones en las esquinas superiores de los estadios, con visibilidad muy limitada.
Un video de la navegación a través de la herramienta de venta de boletas de la FIFA muestra que unos pocos estadios tenían “disponibilidad limitada” de las entradas más económicas, y algunos simplemente mostraban un letrero de “no disponible”.
El cielo es el límite
La franja superior de precios se eleva a niveles nunca antes vistos. La FIFA también ofrece los llamados paquetes de hospitalidad premium, una experiencia de lujo que puede servir para seguir a equipos específicos en la fase de grupos y luego en un hipotético partido de dieciseisavos de final, o bien para ocho partidos de una sede específica.
El estadio de Dallas será el más “accesible” de esta segunda modalidad, con los paquetes de lujo ofrecidos desde 23.700 dólares por persona, pero si esos ocho partidos se viven en el MetLife de Nueva Jersey, incluyendo la final, eso costará hasta 73.000 dólares.
La negativa de la FIFA a publicar una tabla de precios, y dejar que los ingresos al Mundial se rijan por la ley de la oferta y la demanda, ha traído todo tipo de críticas.
Andy Kohlberg, un empresario estadounidense que es propietario del Mallorca de la Liga española, asegura que los costos del Mundial norteamericano amenazan con dañar la imagen del fútbol.
“Tienes que atender al aficionado común y al mismo tiempo proporcionar una experiencia elevada para las personas que quieren pagar por eso”, dijo Kohlberg el 14 de octubre en un evento promocional.
Para Kohlberg, “no puedes mezclarlos demasiado con precios de entradas tan altos en promedio y alienar a la base principal de aficionados, que en términos de números es mucho mayor”.
Dicho de otra forma, el aficionado leal y consecuente puede verse afectado por la compra del curioso que se acerca al Mundial por esnobismo y está dispuesto a pagar más por la experiencia.
Los únicos dos estadios donde fue posible pescar entradas de 60 dólares para la categoría 4 en primera ronda fueron los de Monterrey y Guadalajara. En los otros escenarios los precios más accesibles fluctuaron entre 60 y 105 dólares.
La fase de grupos más costosa se vivirá en Los Ángeles, San Francisco y Nueva Jersey, donde las entradas categoría 1 se elevan hasta 620 en promedio para los juegos no inaugurales, porque estos costarán más del doble.
Pero si es para ver a la selección estadounidense, los puestos preferenciales costarán más de 800 dólares en el tercer partido, el que define una eventual clasificación a la ronda de eliminación directa. Los aficionados de Canadá pagarán un poco más de la mitad (475 dólares) por ese mismo tercer juego de su selección, y los de México 535.
A partir de cuartos de final, no habrá entradas categoría 1 por debajo de los 1000 dólares y las más económicas de la categoría 4, en los estadios de Boston y Kansas City, tendrán un costo de 275. En la final, por la boleta más barata disponible habrá que pagar 2030 dólares.
De momento, no se han presentado ofertas dirigidas a las aficiones de cada selección, normalmente ubicadas detrás de los arcos y a precios más accesibles. Más inusual aún: la demarcación de todos los estadios mundialistas ubica esas graderías como categoría 1, o lo que es lo mismo, el rango más costoso, a pesar de que no es la mejor posición para seguir un partido.
Thomas Concannon, miembro de una asociación de fanáticos de la selección inglesa, le dijo a ‘ESPN’ que la sumatoria de 3180 dólares que habría que pagar por boletas categoría 4 para cada partido del torneo es más de doble por el mismo concepto en Qatar.
Eso sin contar con que en 2022 la distancia más larga entre estadios eran los 56 km entre Al Bayt y Al Janoub.
A diferencia de los eventos europeos, donde muchos trayectos se resuelven con una rica red ferroviaria, en el Mundial norteamericano habrá que tomar vuelos internacionales o de costa a costa para seguir el ritmo de las acciones.
Todo este escenario es apenas la fase de preventa. Cuando las boletas puedan ser ofrecidas en las plataformas de reventa o “mercado secundario”, como lo denomina la FIFA, este ente cobrará un 15% adicional por cada entrada transada, calculado sobre costos que pueden elevarse mucho más allá de donde alcance la imaginación.
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