Ese peculiar anglicismo, quizás tomará más fuerza este 2023 porque cada vez un nuevo magnate sale a decir que no le dejará un peso a sus descendientes, todo para que se esmeren y puedan valorar cada cosa que consigan.

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Hay un listado de celebridades y empresarios que ya se montaron en la ola (ver gráfico), pero para traer la situación al contexto latinoamericano, podríamos citar el caso Austin Santos (Arcángel), famoso reguetonero que no quiere unos hijos mimados e inconscientes. En su caso, no dijo que piensa en quitarles la herencia, pero sí dejó en claro que quiere verlos trabajar y esforzarse.

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El Colombiano
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Los hijos míos van a trabajar. No te creas que van a ser unos niños ‘riquitos’, yo quería eso hasta que me tocó seguirme jodiendo por lo mío”, comentó el neoyorquino en una entrevista. Y luego complementó: “Eso así no es, ¡que privilegios tienen estos cabrones! Ellos tienen que trabajar también, porque cuando yo me muera, pueden quedarse rotos o gastar más rápido de lo que yo nunca gasté. ¿Tú como valoras las cosas? Cuando las cosas te cuestan trabajo”.

La fortuna total de Arcángel ronda los US$ 12 millones, al cambio de hoy serían unos $ 54.552 millones colombianos. Quizás, ese monto no se equipara con el de los otros millonarios que quieren hijos luchadores, pero las razones por las que están cortando el chorro son muy similares.

Desde abajo

La mayoría de estos padres millonarios construyeron sus emporios desde cero y experimentaron todas las adversidades que puede atravesar alguien cuando busca salir adelante.

Arcángel, por ejemplo, salió de una familia humilde y tocó varias puertas hasta convertirse en ese fenómeno que cobra miles de dólares por montarse a las tarimas.

Warren Buffet, “el oráculo de Omaha”, llegó a ser el hombre más rico del mundo y actualmente su patrimonio está valorado en US$ 118.000 millones, unos $ 581,7 billones colombianos. Una fortuna que no le cayó del cielo. Si bien no nació en una familia pobre, trabajaba como si de verdad su vida dependiera de ello.

Con solo seis años, compraba una caja de gaseosas en la tienda de su abuelo para revenderlas en áreas de oficinistas. Luego, trabajó repartiendo periódicos y se formaba a las 6:00 de la mañana para recibir su paquete. Cuando terminaba las entregas, se iba a la escuela.

Con 12 años cumplidos, tenía ahorrados unos US$ 5.000 y compró sus primeras acciones con la ayuda de su papá, Edward Buffet. Lo demás es historia, con años de recorrido llegó a donde está y fue claro al manifestar que no planea dejarle demasiado a sus descendientes.

“Después de observar mucho a las familias ricas, esta es mi recomendación: deja a los hijos lo suficiente para que puedan hacer cualquier cosa, pero no tanto como para que no puedan hacer nada”, dijo Buffet cuando se refirió a los ‘Nepo Babies’.

En ese bus también se montó el paisa David Vélez, fundador de ‘Nubank’, el banco digital más valioso de América Latina, quien anunció el año pasado que donará la mayor parte de su fortuna: “La plata para mi esposa o para mí nunca fue un fin”, señaló.

Bill Gates, fundador de Microsoft, también es uno de los pesos pesados que decidió reducir el patrimonio que dejará a sus hijos. Eso sí, se comprometió a pagar la educación, “pero en términos de sus ingresos, tendrán que elegir un trabajo al que les guste ir”.

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No estoy a favor de que los niños tengan grandes sumas de riqueza. Eso distorsiona cualquier cosa que puedan hacer en su propio camino”, afirmó el millonario.

Desde el sector del espectáculo, el actor Ashton Kutcher argumentó que sus hijos “están viviendo una vida realmente privilegiada y ni siquiera lo saben. Y nunca lo sabrán”. En líneas generales, esa es la postura que identifica al bloque de celebridades que ya decidieron no pavimentarle la trocha a sus descendientes y han asegurado que no se trata de una decisión maliciosa