
Desde el cierre total del acceso de bienes básicos a Gaza por parte de Israel el pasado 2 de marzo de 2025, la situación humanitaria se ha deteriorado drásticamente.
Aunque el 19 de mayo se permitió la entrada limitada de ayuda, la escasez extrema ha provocado que civiles desesperados asalten camiones humanitarios antes de que lleguen a su destino.
(Vea también: Palestinos saquean un almacén del Programa Mundial de Alimentos en Gaza).
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Según la ONU y UNICEF, los asaltos no son organizados por mafias, como en el pasado, sino que los protagonizan personas que buscan comida para sus familias.
La inseguridad ha obligado incluso a panaderías a cerrar por temor a las multitudes. La Fundación Humanitaria para Gaza (GHF), respaldada por EE. UU., ha establecido tres puntos de distribución en el sur y centro de Gaza, pero estos resultan inaccesibles para muchos y han sido escenario de disturbios.




En los primeros días de reparto, al menos ocho personas murieron por disparos disuasorios de tropas israelíes.
Organismos como OCHA denuncian que no existen pruebas de que Hamás desvíe la ayuda, contradiciendo las justificaciones israelíes para el bloqueo.
La palabra “desesperación” se repite entre los trabajadores humanitarios ante la creciente crisis alimentaria en una población de más de dos millones de personas con acceso mínimo a comida y medicinas.
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