“No podemos llegar a ellos, pero aún así, hay muchos más diamantes que lo que pensábamos hasta ahora”, dijo Ulrich Faul, un científico investigador del Departamento de Ciencias Terrestres, Atmosféricas y Planetarias del Massachusetts Institute of Technology (MIT), que desarrolló la investigación, con apoyo de la National Science Foundation.

“Esto demuestra que el diamante no es un mineral exótico, sino que, teniendo en cuenta la cantidad, es relativamente común”, agregó.

Usando tecnología sísmica para analizar cómo las ondas sonoras atraviesan la Tierra, los científicos detectaron el tesoro en rocas llamadas raíces cratónicas, cuya forma es similar a la de montañas invertidas ubicadas entre la corteza y el manto terrestre.

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“(Estos son) los más antiguos e inmóviles sectores de rocas que están por debajo de la parte central de muchas placas tectónicas continentales”, explicó el MIT en un comunicado.

El proyecto para descubrir los diamantes profundos de la Tierra se inició porque los científicos quedaron desconcertados cuando las ondas sonoras se aceleraban significativamente al atravesar las antiguas raíces cratónicas.

Entonces, ensamblaron rocas virtuales con varias combinaciones de minerales, para calcular cuán rápido podían viajar las ondas sonoras a través de ellas.

“Los diamantes son especiales en muchos sentidos”, dijo Faul. “Una de sus propiedades particulares es que la velocidad del sonido a través del diamante es más del doble de rápida que en el olivino, el mineral dominante en las rocas del manto superior”, explicó.

Los investigadores descubrieron que el único tipo de roca que coincidía con la velocidad detectada era un tipo de roca que incluye en su composición de uno a dos por ciento de diamante.

Los científicos creen ahora que las rocas del antiguo subsuelo de la Tierra contienen al menos mil veces más diamante que lo que se creía anteriormente.

Sin embargo, muy pocas de esas gemas llegarán a las joyerías.

Los diamantes están compuestos de carbón y formados bajo una alta presión y temperaturas extremas, en la profundidad de la Tierra. Sólo emergen cerca de la superficie a través de erupciones volcánicas que ocurren rara vez, cada decenas de millones de años.