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Tras la disolución de la Asamblea Nacional por Macron en junio de 2024, Francia ya ha tenido dos jefes de gobierno y, a partir de este martes, probablemente necesitará un tercero, pues la caída del actual, François Bayrou, parece inminente. Para el politólogo y jurista Fernando Vega Lugo, la raíz del problema es la composición en tres bloques de la Asamblea Nacional. Una entrevista de Julia Courtois.
RFI: En Francia se tambalea el gobierno del primer ministro François Bayrou. Él mismo pidió un voto de confianza de la Asamblea Nacional para sacar adelante su proyecto de presupuesto. A menos que ocurra un milagro, la extrema derecha y la izquierda radical, pero también miembros de la derecha, lo forzarán a renunciar. Esta situación vuelve a poner en evidencia la inestabilidad política en Francia, que se ha prolongado desde junio de 2024, cuando el presidente Macron disolvió la Asamblea. ¿Estamos ante una crisis política inédita, incluso una crisis de régimen?
Estamos en una continuidad de la crisis política que, aunque tiene muchos antecedentes, empieza en el momento de la disolución y hoy se profundiza. La disolución —que todavía hoy nadie entiende por qué tomó Macron esa decisión— condujo a lo que tenemos hoy: una Asamblea Nacional dividida en tres. Es un parlamento casi ingobernable para cualquier fuerza política, en particular teniendo en cuenta la cultura parlamentaria francesa.
RFI: Si cae Bayrou, Francia tendría el tercer primer ministro después de la disolución decretada por Macron. Los franceses ya han visto partir a Gabriel Attal y Michel Barnier. ¿Por qué tanta inestabilidad a la cabeza del gobierno?




Sí, y es bastante complejo que Francia tenga que probar un tercer primer ministro bajo la misma fórmula de una Asamblea Nacional dividida en tres. Además, la carta de la disolución no tendría sentido, porque probablemente en las urnas obtendríamos un resultado bastante similar al de hace un año. Es decir, no hay un cambio que permita a Francia salir del contexto actual porque, insisto, no tendríamos un resultado muy distinto a la composición actual de la Asamblea Nacional. Yo creo que la discusión va más allá del nombre de un nuevo jefe de gobierno.
RFI: ¿Qué posibilidades ve usted entonces?
Básicamente hay dos posibilidades. Una es, nuevamente, apostar a desafiar al Parlamento para que éste no censure al primer ministro. En Francia se funciona bajo lo que se conoce como “parlamentarismo negativo”, es decir, no es el Parlamento el que debe, a priori, darle la confianza al primer ministro, sino que el primer ministro se somete a que no lo censuren. La primera posibilidad es lanzar un nombre, una política, un estilo de gobierno, y aspirar a que durante uno o dos años el Parlamento no censure a ese primer ministro o primera ministra.
RFI: ¿Y cuál es según usted la segunda posibilidad?
Intentar lo que se conoce como un gobierno técnico. De esto se habló hace un año. Esto todavía no se ha intentado en Francia, pero resulta bastante común en países como Italia y Alemania. Se nombra, dentro de las distintas fuerzas políticas del parlamento, a un primer ministro con un perfil a priori menos político. Luego se trata de implementar una agenda que no sea muy ambiciosa, sino que simplemente permita garantizar el funcionamiento del gobierno. Ese escenario también resulta complicado porque tanto la extrema derecha como la izquierda radical (Francia Insumisa) no van a facilitar, necesariamente, el funcionamiento de un gobierno. Un gobierno técnico también se expone a la censura.
RFI: Esta segunda posibilidad no parece tener mucho futuro…
Así es. Estamos en una situación de completa incertidumbre, en donde no existe, o no se puede vislumbrar, una fórmula mágica y donde el menor de los problemas en este momento es el nombre del primer ministro.
RFI: El presidente Macron ha dicho que tiene la intención de llegar hasta el final de su mandato. Sin embargo, su dimisión ha sido pedida incluso por responsables de la derecha. ¿Qué piensa de esta posibilidad?
El primer responsable de la crisis actual es Emmanuel Macron. Eso es claro. Pero la pregunta es si la partida de Emmanuel Macron resuelve o no resuelve la crisis en la que está Francia en este momento. Hay una excesiva preocupación en algunas fuerzas políticas, sobre todo de la izquierda, sobre la presidencia, la presidencialización y las elecciones presidenciales. Repiten: “el presidente esto, el presidente aquello”. Pero el problema hoy en Francia no es del presidente en sí mismo, sino del funcionamiento del Parlamento, de cómo se construye un gobierno en este país desde una lógica parlamentaria e incluso de cómo se “des-presidencializa” el debate político.
RFI: Pero, ¿la partida de Macron o la llegada de Marine Le Pen o Mélenchon, o cualquier político, no podría ser el comienzo de la solución de la crisis?
No, tampoco se resolvería el problema de la composición de la Asamblea Nacional, que es la razón principal que hace realmente difícil gobernar hoy para cualquier formación política, sin importar el escenario o el nombre del presidente. Recuerde que Francia es un régimen parlamentario y, en teoría, es el primer ministro quien debe implementar la política en el país, dirigirla. Esto no corresponde al presidente de la República. Por eso, centrar la discusión en la figura presidencial me parece que es contrario, digamos, al espíritu parlamentario que anima hoy la discusión y que complejiza el debate en el que se encuentra Francia.
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