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Con la inauguración de la COP29, la gran conferencia de la ONU sobre el clima en Bakú, Azerbaiyán, organizaciones internacionales de derechos humanos y relatores especiales de la ONU han exigido el cese de la represión contra los defensores del medio ambiente y del clima en ese país cuyo régimen es autoritario, pero también en otros lugares del mundo, incluso en democracias. Por: Stefanie Schüler, periodista de RFI.
Azerbaiyán vive bajo un régimen autoritario que viola abiertamente el derecho internacional y los derechos humanos. Un ejemplo de ello es el caso de Anar Mammadli, destacado activista climático encarcelado desde abril pasado. Su organización, Iniciativa por una Justicia Climática, fue obligada a cerrar. Mammadli no es el único azerí que se encuentra tras las rejas.
“Antes de la COP29, hubo muchas detenciones de defensores del clima. Periodistas y académicos también fueron blanco de la represión”, señala Mary Lawlor, relatora especial de la ONU sobre defensores de derechos humanos. “Para Azerbaiyán, la COP es una excusa para ampliar aún más la represión y sofocar cualquier crítica”. ONG como Amnistía Internacional y Human Rights Watch han solicitado al régimen azerí la liberación de estos prisioneros, sin obtener resultados.
En democracias, los defensores del clima también están amenazados
En ciertos regímenes democráticos, los defensores del clima también enfrentan represión policial y criminalización de sus acciones. Multinacionales, especialmente del sector de combustibles fósiles, los llevan a los tribunales. En algunos países de América Latina, sus familias son amenazadas. En 2023, cerca de 300 defensores del medio ambiente fueron asesinados en el mundo. Desde la firma del Acuerdo de París en 2015, la cifra asciende a 2,100, según Climate Action Network. Defender un entorno sano, un derecho humano, se convierte en una labor cada vez más peligrosa, incluso en el seno de las mismas COP de la ONU.
los defensores incomodan a las empresas de energías fósiles
“Observamos un deterioro del proceso”, advierte Michel Forst, relator especial sobre defensores del medio ambiente. “La COP en Sharm el-Sheikh, Egipto, fue difícil porque muchos defensores no obtuvieron visas. En Dubái, el año pasado, no hubo defensores presentes, porque están encarcelados o exiliados. Y en Azerbaiyán, la situación será aún más compleja. El acuerdo de seguridad para las COP entre el país anfitrión y la ONU muestra el grado de control sobre la libertad de expresión: en Bakú está prohibido hablar de derechos humanos en Azerbaiyán”, subraya.
Los activistas climáticos enfrentan esta represión porque “incomodan a los intereses de las empresas de combustibles fósiles y cuestionan el discurso de los líderes políticos”, afirma Éléonore Morel, directora general de la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH).
“A estos defensores no se les invita antes de las COP para escuchar sus expectativas; se les margina en las negociaciones. Al regreso, los gobiernos deberían reunirse con ellos para implementar las decisiones, pero en muchos países esto no sucede”, lamenta Forst. El resultado es que “la experiencia real de la sociedad civil se desconoce por completo. Estos defensores, que están en primera línea frente al cambio climático y ven el deterioro ambiental diario, no son escuchados”.
Peor aún, se intenta acallarlos. Como recuerda Morel: “Los activistas del clima y la biodiversidad luchan por nuestro futuro”. De ahí que protegerlos sea indispensable.
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