Hace tres años, un extenso equipo de investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale (Estados Unidos) anunció que habían logrado revivir los cerebros incorpóreos de cerdos cuatro horas después de que los animales hubieran muerto. Esta semana, ese mismo equipo reapareció con los resultados de otro experimento similar.

En su nueva investigación, publicada en Nature, los científicos cuentan que lograron restablecer la circulación y actividad en algunos órganos vitales de los cerdos, como el corazón y el cerebro, una hora después de la muerte de los animales.

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¿Cómo lo lograron? En 2019, el equipo desarrolló un sistema llamado BrainEx, con el cual pudieron “revivir” los cerebros de los cerdos. Tras años de investigación, desarrollaron OrganEx, un sistema mejorado, que bombea una solución sustituta de la sangre por todo el cuerpo de los animales. La mezcla, que contenía 13 compuestos, además de sangre, demostró ser efectiva en varios sentidos.

Los investigadores resaltan que OrganEx logró ralentizar la descomposición de los órganos, al tiempo que puedo reestablecer la función de algunos, como la actividad del hígado y el riñón, así como la contracción del corazón. Sin embargo, no observaron ninguna señal que permitiera concluir que los animales habían recuperado la conciencia o la sensibilidad.

Zvonimir Vrselja, neurocientífico de la Universidad de Yale y uno de los cuatro autores principales de la investigación, señaló que con este trabajo lograron que las células hicieran algo que no eran capaces de hacer cuando los animales estaban muertos. “No decimos que sea clínicamente relevante, pero va en la dirección correcta”, apunta el científico.

Aunque falta mucho para que estos resultados sean clínicamente relevantes, como dice Vrselja, la neuroeticista Nita Farahany, de la Universidad de Duke (Estados Unidos), que no participó en el estudio, resaltó los avances del equipo. “Si estos hallazgos de restauración celular pueden reproducirse en animales y, finalmente, en humanos, sus implicaciones para la longevidad humana podrían ser tan profundas como la aparición de la reanimación cardiopulmonar y los respiradores”, le dijo a Nature, la investigadora. Según ella, la técnica podría utilizarse para preservar órganos para trasplantes o para reanimación.

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A pesar de los avances, Farahany y Arthur Caplan, bioeticista de la Universidad de Nueva York, destacan algunos retos éticos que tienen investigaciones de este tipo.

Para la investigadora, los científicos tienen un gran reto en determinar si la actividad cerebral se reestablece, así como la sensibilidad. Caplan, por su parte, comenta que investigaciones como esta y la de 2019, ponen de manifiesto que la muerte no es un momento, sino un proceso. Avances como este, desafían la definición legal de la muerte, la cual seguirá adaptándose a medida que estos experimentos arrojen nuevos resultados, apuntó el científico.