De no ser por la falta de pareja (menudo detalle), el matrimonio parecía perfectamente normal: ella estaba vestida con un impecable vestido blanco, y en la fiesta ofrecieron un enorme pastel, con una sola muñeca (la de ella) en la cima. Además, Laura lanzó de espaldas su ramo, como dice la tradición, describe La Vanguardia.

La mujer, sin muchas complicaciones, explicó el motivo de su singular boda:

“Todavía no tengo novio, así que me caso conmigo misma”.

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A la reunión asistieron 70 personas y, de paso, la boda sirvió como pretexto para que ella misma se fuera de ‘luna de miel’. ¿Su destino? Marsa Alam, una ciudad paradisíaca en las costas del Mar Rojo, en Egipto. En ese viaje y en su enorme comilona, la mujer invirtió cerca de 10 mil euros (algo más de 30 millones de pesos colombianos).

Laura reflexionó sobre su ‘unión’:

“Creo firmemente que, en primer lugar, cada uno de nosotros debe que amarse a sí mismo. Puedes vivir un cuento de hadas incluso sin el príncipe azul”.

Según el medio italiano Milano Repubblica, el matrimonio no tiene ningún valor religioso ni legal, pero Laura dijo que las emociones que sintió son absolutamente reales. “Prometí amarme toda la vida y darle la bienvenida a los niños que la naturaleza quiera darme”, dijo.

La mujer agregó que pese a que un hombre ya se había casado consigo mismo, ese caso no fue su inspiración, ya que su idea había surgido desde hace varios años. Además, aclaró que no se cierra a la posibilidad de entablar una relación con un hombre, pero advierte que su felicidad no dependerá de él.

Estas son algunas de las fotos de la boda: