Durante varias horas del lunes 11 de mayo, los restos de una nave espacial lanzada el pasado 5 de mayo tuvieron en vilo a los observadores, pues su trayectoria y punto de caída eran inciertos, señala CNN.

Esta porción del cohete Long-March 5B –que quedó a la deriva después de desprenderse de la nave no tripulada– es la más grande que regresa a la superficie del planeta desde 1991, cuando trozos del Salyut 7, más grandes y pesados que el de este lunes, se precipitaron al piso, también sin causar pérdidas de vidas, heridos ni daños materiales, señala el medio.

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El portal de noticias estadounidense KTLA 5 publica que este es el cuarto trozo de basura espacial más grande de la historia en precipitarse a tierra, después del anteriormente mencionado Salyut 7, el Skylab en 1979, y partes del cohete que puso en órbita al mismo Skylab, en 1975.

A pesar de lo que podría pensarse, que un objeto sólido de 18 toneladas de peso podría causar una catástrofe, el astrónomo Jonathan McDowell, del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics, le dijo a CNN que lo más grave que podría pasar es que un objeto de esa dimensión destruya una casa.

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El experto explica que una vez estos objetos ingresan a la parte más baja de la atmósfera, su velocidad es relativamente baja y se comparan con “un objeto que se caiga de un avión”.

En otras palabras, lo que el astrónomo quiere decir es que su caída es casi vertical y no genera el efecto de dejar restos esparcidos en un área extensa de terreno.