Vendedor ambulante de tostones de plátano, Nicolás Segura dijo que perdió 8 kilos de peso en los últimos años, arrollado por la crisis económica que erosiona la popularidad del déspota Nicolás Maduro, quien pese a ello busca ser reelegido el 20 de mayo con Falcón como principal adversario.

Considera “muy buena” la gestión de Falcón como alcalde de Barquisimeto, capital de Lara, y gobernador de ese estado noroccidental entre 2000 y 2017, pero mirando la movilización desde una esquina cree que sus posibilidades de triunfo son mínimas.

“¡Cuenten conmigo! No los defraudaré. ¡Viva Lara!”, gritaba sin embargo Falcón, militar retirado de 56 años y disidente del chavismo, el miércoles frente a unos 500 seguidores.

“¡Henri, Henri!”, coreaban sus partidarios, muchos con banderas de Avanzada Progresista, el partido que fundó tras romper en 2010 con el fallecido expresidente socialista Hugo Chávez (1999-2013), a quien apoyó en su ascenso al poder.

Pese al tono victorioso, el primer acto de campaña de Falcón en esta ciudad de 900.000 habitantes tuvo una modesta acogida, tratándose de un hombre que hace una década arrasó en las elecciones a gobernador con 73,5 % de los votos.

Contra la abstención

Aterrizado por esa realidad, el político afirmó ante el cortejo que su “peor enemigo” no es Maduro, sino la abstención que promueven los principales partidos opositores.

“Muchos políticos no le ofrecen nada al país llamando a la abstención o quedándose en la inacción. Mientras ellos se esconden, muchos venezolanos se mueren de hambre”, criticó desde un camión con parlantes enormes.

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Falcón, moreno y de estatura media, se desmarcó del boicot de la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que este jueves le pidió “no hacerse cómplice de una farsa” y retirar su candidatura, segunda en las encuestas.

No solo el aspirante ha chocado contra el desánimo. Dividida y debilitada, la propia MUD ha tenido una pobre respuesta en sus intentos de reactivar las masivas protestas de 2017 que dejaron 125 muertos.

Pero el exoficial no se rinde, a pesar de que en octubre pasado perdió estrepitosamente la gobernación ante la exministra de Defensa Carmen Meléndez.

“Lara va a ser la cuna del presidente”, pronosticó, avivando el sentimiento regionalista, aunque en realidad nació en Nirgua, en el vecino estado Yaracuy.

Además de las promesas habituales, con la dolarización como principal oferta, aseguró que en caso de ganar, revertirá las expropiaciones de fincas en Lara, otrora pujante región agrícola y manufacturera.

De la euforia a la indiferencia

Al paso de la movilización por la zona comercial del centro de Barquisimeto, Herminia Sánchez prometió estar con Falcón hasta el final, pero Rafael Rivero lo ve con desconfianza por su pasado chavista, si bien está “harto” del gobierno de Maduro.

“Uno no sabe bien a qué juega Falcón. ¿Chavismo? ¿Oposición? Es un misterio”, comentó Rafael, comerciante de 51 años.

En contraste, Herminia, envuelta en una bandera de Venezuela, gritaba consignas a favor del exmilitar.

“Estoy hasta la muerte con Henri Falcón”, dijo la jubilada de 69 años, cuyos hijos y nietos emigraron para huir de la hiperinflación, que según el FMI trepará este año por encima de 13.800 %, y la escasez de alimentos y medicinas.

Dos mujeres jóvenes corrían eufóricas entre la masa para abrazar al dirigente, que llevaba una gorra de la selección nacional de béisbol y se plantaba frente a los negocios para saludar a sus empleados.

“Si votamos, ganamos”, decían los cientos de volantes que repartían activistas de su partido.

María Sarmiento, quien votará por Maduro, lanzaba un manotazo de fastidio. “Dicen que se vendió”, comentó sobre el viraje del antiguo aliado de Chávez.

Además de la indiferencia y las sospechas que despierta, Falcón hace frente a la maquinaria de Maduro, quien en campaña ha regalado casas, carros y bonos, y promete “premiar” a sus votantes.

“Está difícil”, lamenta resignado Nicolás con su extrema delgadez y una caja de tostones a cuestas.

AFP