El coronavirus no conoce nacionalidad. Es lo mismo para la dignidad humana. Sabe mal ver cómo nuestros amigos franceses son a veces insultados y agredidos a causa del COVID-19. Un comportamiento así no es posible. Estamos en el mismo barco”, tuiteó Maas.

El ministro se suma así a las disculpas que la titular de Economía de Sarre -la región limítrofe del Gran este francés-, Anke Rehlinger, presentó recientemente en nombre de Alemania.

“Nuestro corazón sangra por las fronteras cerradas con Francia y Luxemburgo. Se dice que los franceses son insultados y que les lanzan huevos. Quienquiera que hace eso peca contra la amistad de nuestros pueblos”, se lamentó Rehlinger en Twitter.

“Presento mis disculpas a nuestros amigos franceses por estos incidentes aislados”, agregó.

La semana pasada, Michael Clivot, alcalde de la pequeña comuna alemana de Gersheim, fronteriza, también se conmovió al constatar “cierta hostilidad contra nuestros amigos franceses” en su región.

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“Algunos son insultados y retenidos en la calle”. Algunos franceses “no se atreven a venir aquí” se alarmó. El asunto ha tomado tal cariz que se dirigió a los pobladores en un mensaje de video difundido por Facebook.

Algunos franceses le informaron de que les habían escupido durante un paseo o en las cajas de los supermercados. Uno de ellos denunció que le habían dicho: “¡Regresa a tu país del corona!”, explicó.

En este contexto, el alcalde criticó el cierre de la frontera con Francia por las autoridades alemanas a mediados de marzo, para frenar la propagación de la pandemia.

El 16 de marzo, Alemania estableció controles drásticos y restringió severamente la entrada a su territorio de personas, en particular con Francia.

Desde entonces, la policía solo deja pasar el transporte de mercancías y los trabajadores transfronterizos y rechazan al resto de pasajeros.