En las guerras no se pueden ganar todas las batallas, y así le pasó al coronel Aureliano Buendía. Él nunca pudo derrocar un gobierno conservador, pero a pesar de sus derrotas, pasará a la historia como uno de los personajes de ‘Cien años de soledad’, escrita por Gabriel García Márquez.

Aquel hombre huesudo y delgado, con un bigote frondoso y una mirada que atemorizaba a propios y extraños, tuvo una vida muy particular en la que sus grandes gestas se limitaban a sobrevivir a más de una docena de intentos de homicidio, un pelotón de fusilamiento y hasta un balazo en el pecho que él mismo disparó.

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También fue un hombre de gran lujuria, pues tuvo casi la misma cantidad de hijos que de atentados a los que sobrevivió… y a cada uno le dio una madre distinta.

A pesar de tantas derrotas, el coronel no tuvo una mala vida. Su vejez fue tranquila y su legado amplio, dedicándose a la metalurgia en un pueblo icónico: Macondo.

El tiempo y la naturaleza hicieron lo que ningún hombre pudo, y al beligerante Aureliano la historia lo recordará con el nombre de una calle en su pueblo natal.

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