“Es plastilina, es helado, pero no es demasiada sacarina”, dijo sobre los nuevos colores en una charla con periodistas tras bambalinas, al finalizar el desfile en el Cipriani, en el centro de Manhattan.

“No es para nada demasiado dulce. Es simplemente la cantidad correcta”, estimó la diseñadora británica.

Los invitados recibían la bienvenida en una gloriosa mañana soleada con vasos altos de té helado de menta y jengibre, y eran acompañados rápidamente a sus asientos en el imponente salón de mármol.

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El esposo de la diseñadora, la exestrella del fútbol David Beckham, se sentó en primera fila, entre el nuevo editor de British Vogue, Edward Enninful, y el hijo mayor de los Beckham, Brooklyn, de 18 años, que es estudiante de la prestigiosa Escuela Parsons de Diseño en Nueva York.

“Un gran show”, tuiteó luego Enninful.

“Se siente fresco, y feliz. Me encantan los zapatos brillantes, estoy obsesionada con los zapatos sin talón Harper”, dijo Beckham, de 43 años y vestida con un jean de talle alto y una camiseta blanca, en referencia al calzado que lleva el nombre de su hija de 6 años.

Beckham se enorgullece de diseñar ropas que son muy usables, y dijo que esta vez se concentró en materiales leves y en capas para clientes que viajan mucho.

Había pantalones ajustados, volantes en cuellos de camisas de seda, faldas largas y vestidos casi transparentes.

Victoria Beckham
La diseñadora abandonó los tonos negros por colores más vivos. / AFP

Los colores pistacho, rosa durazno y lila refrescaron su habitual gusto por el blanco y el negro, con toques de rojo. También utilizó bastante el escocés, pero muy fino, pequeño.

“Me recuerda cuando estaba en la escuela, en un examen de matemáticas”, dijo a la AFP sobre los cuadros. “Es como papel para hacer gráficas, esa fue la inspiración, un poco una sensación de vestimenta para hombre”.

“Usaba tanto negro, y realmente disfruto de usar color, me hace sentir realmente alegre”, contó.

AFP