Cada vez que surgen las listas de las dinastías o monarquías más ricas del mundo, las árabes ocupan los primeros lugares, así como también las orientales. Cuando se mira un poco más a occidente se cree que los españoles o los británicos siguen en los ‘ranking’, pero no es así. La casa de Luxemburgo es la primera de este lado del globo, con una fortuna estimada de 3.600 millones de euro a favor del gran duque Enrique, como se nombra al monarca de ese país.

Esta casa real sin duda no resulta tan llamativa como lo puede ser la Windsor que no perdona semana en titulares, por el contrario, se caracteriza por su discreción. Hay que destacar que en realidad conforman una familia tranquila y admirable, sin embargo, también hay algunos hechos poco reales y bastante carnales que han ocurrido en su interior.

Una cubana en la realeza 

Para comenzar sus cabezas el gran duque Enrique y su esposa María Teresa Mestre corresponden a una historia de amor sacada de cuento de hadas. La pareja, que se casó en 1981, enfrentó la oposición y tuvo un noviazgo muy corto. Se conocieron en la Universidad de Ginebra, donde estudiaban Ciencias Políticas. Él era el heredero acaudalado de una monarquía y ella, la hija de una parentela cubana que hizo fortuna en la descolonización y que huyó de la isla tras el mandato de Fidel Castro. El amor pudo más que la crítica y se casaron en Paris, en Notre-Dame. Nueve meses exactos después llegaría el primogénito y luego cuatro más.

Los herederos de la casa de Luxemburgo

Guillermo Juan José María de Nassau, es el sucesor del trono. Tiene 40 años y ha estudiado en Francia, Reino Unido, Suiza y su país. No gustó de los deportes prefiriendo la música.

Durante unos meses mantuvo una relación sentimental con la sobrina de la reina Sonia de Noruega, la joven Pía Haraldsen, pero en el 2012 se casó con la aristócrata de origen belga la condesa Estefanía de Lannoy, a la que había conocido en una fiesta en Alemania en 2004.

Se casaron en una boda de ensueño en 2012, primero por el civil y luego por lo religioso en la Catedral de Santa María de Luxemburgo. La pareja estuvo siete años sin hijos y corrieron rumores de que el Gran Duque haría heredero a su segundo hijo Félix por esa demora en tener descendencia. El primer bebé llegó el 10 de mayo del 2020.

EL príncipe Félix también ha conformado una familia de portada de revista. Estudió en Nueva York Arquitectura y ha trabajado en Suiza y el Reino Unido. Es conocido porque ama la carpintería, el baloncesto y el esquí. En 2013 se casó con Claire Lademacher, hija del millonario Hartmut Lademacher, fundador de LHS Telekommunikation y propietario de varios castillos en Georgia y Saint Tropez, y de Gabriele Schneider. La boda fue en Alemania, residieron un tiempo en un castillo francés. Son padres de dos niños: Amelia, de 6 años, y Liam, de 4. Viven en Suiza.

Los menores de la realeza de Luxemburgo

Louis es el tercer hijo de los monarcas y el que ha dado los titulares que sus hermanos no. Se enamoró de Tessy Antony, en 2006, cuando ella tenía 19 y él 17 y ella hacía parte de una misión en Yugoeslavia. Fueron padres seis meses antes de ir al altar, de su hijo Gabriel. Al año siguiente nació su segundo hijo Noah. Vivieron en Londres.

EL matrimonio solo aguantó diez años y finalmente se rompió en medio de declaraciones no muy favorables del uno con el otro. El príncipe ahora vive en París y sale con una reconocida abogada francesa. Se habla de un matrimonio que llegará pronto.

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Alexandra, de 31 años, ha sido la princesa ejemplar. Ha estudiado en el Reino Unido y Estados Unidos con calificaciones destacadas y se ha graduado con honores. Es deportista, afiliada y colaboradora en causas sociales. Ha sido voluntaria y periodista en zonas de conflicto y es tal vez la princesa más alejada de la realeza, pues prefiere la vida corriente y normal.

Sebastián de 30 años es el soltero de oro de Europa: rico, deportista y preparado. Se le ha vinculado con Gala Escarrer, una joven española hija del dueño de la cadena hotelera Meliá; y una joven estudiante de enfermería llamada Sarah y se habla de amores fortuitos, pero ninguno serio.