El actor colombiano Andrés Parra contó en un en vivo que hizo desde su cuenta de Instagram que, aunque ya pasaron más de diez años de haber protagonizado “Pablo Escobar, El Patrón del Mal”, aún hay quienes le piden que hable como el fallecido narcotraficante colombiano. “Ustedes pueden seguir pidiéndolo (que hable como Escobar), pero eso nunca jamás va a pasar. Me alegra, me enorgullece y me hace muy feliz, pero hoy les voy a contar por qué eso nunca va a pasar”.

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El actor caleño considera que seguir imitando a Escobar sería “manosear” su propio trabajo. “Le guardo un profundo respeto a mi oficio y no me gusta manosearlo, menos cuando se trata de algo que quedó tan bien hecho”, haciendo referencia a la producción de Caracol Televisión.

“Ustedes tienen la ventaja de tener yo no sé cuántas horas de la voz del man en Netflix. Pueden ir allá y oírlo. Yo no lo voy a manosear. Sería incapaz de hacer algo así. Eso es mejor dejarlo allá en el misterio, me parece más bonito Se merece ese trato ese personaje”.

El actor comentó que la segunda razón por la que no sigue imitando la voz del narcotraficante conlleva una responsabilidad.

“Tampoco es el Chapulín Colorado o Pedro el Escamoso, donde no hay una responsabilidad tampoco. Esto lo digo no demeritando a esos maravillosos personajes, sino poniéndolos también en donde están. Son personajes de ficción, cómicos, ligeros que podrían prestarse también para algo así pero este no.

Este personaje trae implícita cierta responsabilidad, independientemente de que ciertos espectadores hayan tomado la decisión de transformar la serie en su comedia favorita. Les recuerdo que esa decisión la tomaron algunos de ustedes, no yo. Otra gente que fue un poco más allá y la comprendió y pudo verle las dos caras que era finalmente lo que a mí me interesaba.”

A pesar de que la serie fue presentada por primera vez hace más de una década hoy en día sigue siendo recordada por los colombianos tanto desde la historia como desde su interpretación al personaje. “El colombiano es así. Tan malvado y tan chistoso, eso es lo que nos caracteriza a los colombianos. No puedo prestarme en echarle gasolina a los que se quedaron en el chiste. Sería bueno que se hundan un poquito y verán que se van a encontrar con otra cosa”.

 

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Por último, Parra mencionó que quienes quieran escuchar la recreación tienen ‘la ventaja’ de contar con muchas horas de voz del personaje en Netflix, Youtube, Tiktok y más plataformas y que, aunque nunca responderá a las peticiones de saludos recreando al personaje, invita a sus seguidores a que sigan pidiéndolo si lo desean agradeciendo por el apoyo y el cariño que le han tenido.

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Colombia en los años 90

1989 fue el año en que Colombia se encontraba inmersa en una pesadilla, el año en el que se perdió todo el control. Este fue el año en el que el país vivió, de primera mano la guerra que el narcotráfico le declaró al Estado, la cual se traduciría en estallidos de aviones al aire, decenas de atentados con dinamita, secuestros y masacres destinados tanto a ciudadanos comunes como a objetivos específicos como las autoridades y la prensa.

El país se estremeció con atentados que cegaron miles de vidas donde grupos paramilitares asesinaron a funcionarios y civiles, y las guerrillas asolaron el territorio con tomas de poblaciones. El asesinato de Luis Carlos Galán como candidato favorito a convertirse en el siguiente presidente de Colombia y el atentado en lo madrugada del 2 de septiembre a El Espectador son algunos de los cientos de casos registrados.

El periodismo en la década de los 80 carecía de organismos gubernamentales o no gubernamentales que llevaran un registro de las agresiones contra la prensa. El año 1989 es en el que hay más registros de asesinatos a periodistas: 14, en siete de los cuales el perpetrador fue el narcotráfico, teniendo en cuenta el efecto que ello tiene a nivel de autocensura y, entre 1983 y 1991, solo El Espectador tuvo como víctimas a 13 periodistas que fueron asesinados en distintos momentos, incluyendo a su director, Guillermo Cano, en 1986.

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El narcotráfico había asesinado al ministro de justicia Rodrigo Lara Bonilla, en las universidades y los trabajos evacuaban por amenazas de bomba y los ventanales de los medios de comunicación se encontraban precintados a la espera de un bombazo de cualquier vehículo que se pusiera al frente de un medio de comunicación y tardara poco más de cinco minutos estacionado.

Para la época, el cartel de Medellín presionaba al gobierno y mantenía a los ciudadanos con temor. Esta situación mermó la violencia en Colombia luego de que, tras 17 meses de rastreo, Escobar falleciera por disparos de bala en el tejado de un sector de clase media en Medellín a sus 44 años de edad, dejando secuelas irreparables en la historia del país.