A puertas de las elecciones a primera vuelta, las distintas intervenciones mediáticas por parte de los candidatos, ha permitido avizorar discursos vacíos de información en torno al enfoque económico que tendrá el próximo gobierno.

Por lo cual una lectura amplia de la conversación electoral en torno a las propuestas económicas de los candidatos presidenciales, en aras de comprender los riesgos que proyecciones sin sustento técnico y transición bruscas puedan ser contraproducentes en el desarrollo o estabilidad económica del país, es fundamental, antes de votar y no botar el voto.

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El análisis discursivo, más allá de un comparativo entre ‘quién da más’ y ‘quién asusta menos’, posibilita el análisis de riesgos y oportunidades en economías inestables como la nuestra. El reencauche de narrativas y las falacias argumentativas responden a un principio comunicativo que moldea o permea algoritmos para guiar la escogencia bajo la influencia de factores como el miedo, la desconfianza, la desinformación o la utopía de un país construido a la medida.

Este proceso termina jugando con la economía del comportamiento que busca la modificación de la sociedad a largo plazo bajo la generación de sesgos comportamentales- lo cuál es factible en sociedades influenciables- bajo la predisposición a la cuál demarcan un rango de decisión en la que la sociedad permanece atrapada. Por eso tenemos reacciones pasivo-agresivas que terminan naturalizando las malas prácticas de gobernantes en el ejercicio de sus funciones.

En este artículo le traemos un ‘kit’ básico de supuestos o – diciéndolo de otra forma- premisas que hay que tener en cuenta a la hora de escoger por quién votar. Con ellas no estamos hablando de descubrimientos científicos recientes, sino de hechos históricos e inherentes a la política que permiten entender mejor su funcionamiento, mientras desmitificamos las motivaciones que deben existir a la hora de votar por un candidato.

Nadie viene a “salvarnos”

En el estado actual de las cosas, ningún candidato ostenta la razón en todos los aspectos que representan un reto o un problema para el país, por el contrario pueden sugerir nuevas discusiones o puntos de partida para construir nuevas formas de transitar hacia estas soluciones.

Los mesianismos sin importar su proveniencia, son contraproducentes para las democracias porque causan histeria y ceguera colectiva, nublan la razón y la capacidad crítica del electorado en favor de prácticas nocivas de gobernanza, como el populismo en todas sus presentaciones y el nacionalismo exacerbado.

Los cambios económicos bajo una dimensión cultural y social, deben al tiempo responder a procesos de interiorización y transición escalonada, recuerde que paternalismo libertario implica una mínima participación ciudadana, pues el estado asume la toma de decisiones desde la premisa del mercado costo – beneficio, beneficio = bienestar. Y en la esfera pública, la contradicción a lo mesiánico es censurada o eliminada, bajo la premisa de amigo-enemigo. ¿Ha visto censura y cancelación entre candidatos y sus campañas por el disenso en sus agendas programáticas?

No existen candidatos perfectos

Existe un contraste entre la construcción del personaje y su discurso. Grave error comete el elector al idealizar a los candidatos, para empezar, son humanos como cualquiera de nosotros, y por la misma línea, son producto de nuestra sociedad, dicho de otra manera, son la manifestación de las bondades y los vicios de nuestro país.

Si lo entendemos de esta forma, significa que cuando llegue el momento de elegir, hay que hacer un balance entre lo bueno y lo malo, tratando siempre de apelar a los principios éticos como norte. Parta por preguntarse, ¿es una proyección de país sustentable? A primera vista, un candidato que prometa ‘cambios enormes’ en un período de cuatro años, seguramente desconoce la arquitectura burocrática y el principio de transición para acentuar intervenciones a gran escala.

Pero, ¿la continuidad de un arquetipo de políticas fallidas, sería la opción?. La distorsión del debate por la tiranía de las tendencias, como lo explica Aral, genera un riesgo en el ejercicio de las democracias modernas, pues la intención de voto no está ligada a una afinidad en las propuestas del candidato sino más bien, en la capacidad en cómo este sortea las discusiones y polémicas de coyuntura. Por ende, no sólo vemos candidatos usando el actuar populista como una herramienta electoral, sino, también tenemos los que ofrecen continuidad, disfrazada de eufemismos y nombres atractivos.

El sistema político

Colombia es un manojo de relaciones políticas, un intrincado sistema de favores que se ha tejido con el tiempo entre las personas que han ostentado el poder durante muchos años, y las que vienen influenciando cada vez más en la historia reciente.

Desconocer que en la política estas dinámicas hacen parte del ejercicio, es abrirse al hecho de estar prácticamente inmóvil, ninguna persona seria apta porque en un sistema que se ha perpetuado a sí mismo durante tanto tiempo, es difícil llegar a este nivel de pulcritud.

Escuche alguna vez a alguien decir, “elija entre lo menos peor”, y muchas veces he estado de acuerdo con la expresión, sin embargo para ponerlo en un tono menos lapidario que reconozca también las cosas que están haciendo bien, recordemos que a veces en la política para hacer cosas buenas, se deben hacer cosas malas, en la historia humana abundan los ejemplos.

Gobernar es una práctica técnica

Cuando hablamos de técnica, nos referimos a que además de ser arte es ingeniería, a que además de tener la capacidad de comunicar, coordinar y liderar iniciativas con personas distintas, un aspirante a gobernante debe mostrar que está capacitado y bien rodeado por personas expertas en varios temas, todo lo contrario a lo que demuestran usualmente en Colombia, por medio de eufemismos y frases trilladas donde resaltan su cercanía como gobernantes del pueblo o simplifican sus logros y metas macroeconómicas en eslóganes de campaña pegajosos.

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Gobernar se hace de la mano de todas las ciencias exactas y sociales, se hace con números, datos e información certera para tomar decisiones correctas.

Por último, no crea en las encuestas de dudosa procedencia, los sondeos de twitter se convierten en una señal distorsionada de la realidad, recuerde que el hecho de que compruebe su argumento o decisión, la fuente y la información no deja de ser refutable.

Con estas premisas, haga la tarea, la mayoría de los que tienen “el país en la cabeza”, tienen la mente llena de discurso más que de análisis crítico. No coma cuento, así le guste mucho un aspirante por alguna razón, compruebe, lea e infórmese, solo el pueblo bien informado salva al pueblo.