Por: LA CRONICA DEL QUINDIO

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Este artículo fue curado por pulzo   Sep 22, 2025 - 6:19 am
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El incendio ocurrido el pasado 19 de septiembre en un inquilinato en Armenia, ubicado en la intersección de la carrera 25 con calle 18, generó consecuencias devastadoras para las nueve familias que allí residían. De acuerdo con información publicada por Crónica del Quindío, afortunadamente no se reportaron personas lesionadas ni víctimas fatales, pero las pérdidas materiales fueron totales. Muchas de las personas afectadas eran adultos mayores que lo perdieron todo, desde sus pertenencias hasta el lugar que habitaban como hogar.

Este hecho trágico pone en evidencia una problemática estructural que trasciende la coyuntura del incendio: la persistente precariedad habitacional que afecta a una porción significativa de la población colombiana. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), un porcentaje considerable de los hogares urbanos del país reside en condiciones de alta vulnerabilidad, viviendo en edificaciones hechas con materiales poco resistentes y con acceso limitado a servicios públicos fundamentales. Esta situación, muy frecuente en sectores de bajos ingresos, eleva notablemente el riesgo ante emergencias como incendios, inundaciones u otros desastres.

El origen del incendio de Armenia se vinculó a un presunto corto circuito, un desencadenante común en estructuras antiguas y con instalaciones eléctricas deterioradas o improvisadas. Tal como reporta Crónica del Quindío, este tipo de situaciones son habituales en inquilinatos o viviendas arrendadas que carecen de mantenimiento adecuado y donde, muchas veces, las revisiones de seguridad eléctrica nunca se llevan a cabo. Esto subraya la importancia de políticas públicas que prioricen la regularización, el mejoramiento habitacional y, sobre todo, la formación en prevención y seguridad eléctrica para habitantes y propietarios.

El Cuerpo Oficial de Bomberos de Armenia logró controlar el fuego tras varias horas de intervención. Si bien la reacción fue rápida, el incendio puso de manifiesto las dificultades que implica combatir emergencias en viviendas construidas en bahareque, un material tradicional, económico y ampliamente utilizado en la zona, pero altamente inflamable y poco resistente. El reporte de los bomberos en 2025 enfatiza la necesidad de reemplazar o reforzar este tipo de construcciones mediante estrategias de sustitución o mejoramiento habitacional, para reducir la exposición al riesgo.

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La intervención de la Oficina Municipal de Gestión del Riesgo de Desastres (Omgerd) se centró en brindar apoyo inicial a los damnificados, distribuyendo alimentos, colchones y kits de aseo, tal como lo confirma el comunicado oficial de septiembre de 2025. No obstante, la magnitud del impacto demanda algo más que auxilios temporales: resulta imprescindible avanzar hacia soluciones sostenibles que garanticen vivienda digna y acompañamiento social continuo, especialmente para los sectores más vulnerables y adultos mayores.

Esta situación se inserta en el contexto de la crisis habitacional que afecta a gran parte de América Latina. Un informe reciente de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señala que alrededor del 30% de la población urbana de la región vive en asentamientos informales, una realidad que expone a millones a riesgos similares, especialmente cuando el Estado no logra responder con suficiencia y oportunidad.

Finalmente, la solidaridad demostrada por vecinos y allegados, quienes ofrecieron refugio provisional a las familias afectadas, evidencia el papel clave de las redes sociales en la gestión de emergencias. Sin embargo, este apoyo espontáneo, aunque fundamental en el corto plazo, no puede sustituir la acción estructural y coordinada de las autoridades, llamada a garantizar los derechos y la seguridad de quienes más lo necesitan. Lo ocurrido en Armenia plantea el reto y la responsabilidad de transformar la tragedia en oportunidad para fortalecer la resiliencia comunitaria y avanzar hacia una ciudad más segura e inclusiva.

¿Qué es el bahareque y por qué sigue siendo utilizado? El término bahareque hace referencia a una técnica de construcción tradicional en la que se emplean materiales como guadua, madera y barro para crear paredes y estructuras de vivienda. Según los reportes de los bomberos y la Oficina de Gestión del Riesgo de Armenia, el bahareque persiste debido a su bajo costo y disponibilidad local, lo que lo convierte en una alternativa accesible para familias de escasos recursos. Sin embargo, su utilización incrementa la vulnerabilidad de estas viviendas ante incendios y otras amenazas. La persistencia del bahareque plantea un desafío para las autoridades, que deben promover programas de sustitución o refuerzo sin afectar la accesibilidad económica para los habitantes que dependen de este método.

¿Cómo acceden las familias damnificadas a los programas de ayuda gubernamental tras emergencias como esta? La respuesta institucional ante emergencias habitacionales suele canalizarse a través de organismos como Omgerd, encargados de la gestión del riesgo en el ámbito municipal. Tras el incendio en Armenia, la oficina prestó apoyo inmediato, entregando alimentos, kits de aseo y camas provisionales. Sin embargo, acceder a programas de ayuda más duradera requiere de procesos administrativos, caracterización de damnificados y articulación con otras entidades. Este proceso puede dilatarse y dificultades como la falta de títulos de propiedad o informalidad habitacional complican aún más el acceso efectivo a las soluciones de fondo, como subsidios de vivienda o reasentamiento.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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