Hace años era inimaginable pagar el pan del desayuno con tarjeta de crédito o las onces de los niños por transferencia bancaria. Hoy, negocios como bolirranas, minimercados, venta de empanadas y verdulerías se sumaron a este avance, no solo tecnológico sino comercial, que les permite a los ciudadanos adquirir cualquier producto en su barrio a través de una aplicación del celular o por datáfono.

El panorama evidencia la transformación de comercios populares, para no perecer ante la competencia. Por ejemplo, en el barrio Ciudadela Colsubsidio (Engativá) hay tiendas con más de 20 años funcionando que apenas implementaron otros métodos de pago. Como lo hizo el Minisúper Chicalá, donde hace dos años, cuando Ómar Peña lo compró, empezaron a aceptar pagos con Nequi, Daviplata, Bancolombia e incluso, recargas de celular con datáfono.

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Al recibir el negocio, Peña se dio cuenta de que en el sector nadie usaba Nequi.“Decidí utilizar las aplicaciones, sobre todo por los jóvenes, ya que me di cuenta de que a ellos no les gusta pagar en efectivo”, señaló. Hoy, el 30 % de sus ventas las pagan a través de aplicaciones. “A la gente no le gusta cargar efectivo y para mí es más confiable. No hay billetes falsos”, dijo Peña.

Algo similar sucede en Status Bar Club de Amigos, un local de bolirrana en Kennedy. Su dueño, Andrés Cuervo, menciona que “todo el mundo maneja aplicaciones. Las ventajas son la facilidad y la seguridad del pago. Los clientes piden el número, sacan el celular, hacen la transferencia, sale el comprobante y ya está”. Cuervo cuenta que el 25 % de sus ventas se pagan a través de Nequi y Daviplata.

Para José Vélez, CEO de Bold, compañía colombiana de datáfonos enfocada en pequeñas empresas, la pandemia influyó en la llegada de estos métodos a los barrios y aceleró la transición. “El comprador prefería no llevar efectivo y las tarjetas tomaron relevancia. También, por la pandemia y ese susto a tocar los billetes. Por lo tanto empezó ese cambio cultural, que no tiene reversa”. Esto se refleja en los reportes de la Superfinanciera sobre pagos con tarjetas, que en dos años aumentaron 50 %.

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La transición no solo ha beneficiado a la hora de pagar. También en las ventas, como ocurrió en Celestial Cosmetics, local de maquillaje en el barrio Restrepo. Sus dueños, Sergio Guevara y Geraldine Ávila, cuentan que al decirles a sus clientes que tienen datáfono y reciben tarjetas, “se emocionan y hasta compran más”. De hecho, casi el 50 % de las ventas se hacen por datáfonos. “Este método nos ayudó. La mayoría de los compradores que pagan así, son jóvenes”, dicen.

Así les va a los comerciantes en Bogotá

El empresario José Vélez, de Bold, señaló que cuando los comercios agregan a sus métodos de pago el datáfono, las ventas aumentan 15 %. Actualmente, 230.000 negocios en el país usan un dispositivo de esta marca, siendo Bogotá una de las más avanzadas en digitalización de pagos. “Tenemos clientes de todas las industrias. Por ejemplo, venta de aguacate en las calles, veterinarios, tenderos y doctores, incluso personas que remodelan o hasta taxistas. Aplica para todo tipo de industrias”.

Aunque es una alternativa, hay comerciantes que no están tan convencidos, en especial algunos con negocios pequeños. Como Yaqueline Carvajal, dueña de Fruvermax, en Kennedy, quien pese a recibir pagos por aplicaciones, no se atreve a tener datáfono, pues sus clientes no compran grandes cantidades. Otra razón son las condiciones. Por ejemplo, Bold cobra el 2,99 % de cada transacción y hay comerciantes que no están dispuestos a pagarlo. “Es de gran ayuda la herramienta, pero hay que pagar. En nuestro caso asumimos la comisión, pues la idea es facilitarles el pago a los clientes sin aumentarles el precio”, señaló Sergio, de Celestial Cosmetics.

Hay quienes ven en este método una opción necesaria, aunque no vendan grandes cantidades. En el Minisúper Chicalá, Ómar Peña señala que la mayoría de sus ventas son de $5.000 a $12.000 y aunque quiere un datáfono, sabe que debe usarlo con otro tipo de ventas. “Eso es para negocios con ventas grandes. En mi caso serviría con el licor. Lo veo más como una facilidad para el cliente, pero no como gran beneficio para el negocio”.

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Aunque los comercios de barrio están trabajando en el reto de modernizarse, falta pensar en mejorar las condiciones para esas pequeñas tiendas en las que, como ciudadanos, solo vamos a comprar lo necesario. Sería bueno que las compañías dedicadas a manejar aplicaciones, billeteras virtuales y datáfonos flexibilizaran sus condiciones con estos tenderos, quienes representan 14.320 negocios de la economía popular de Bogotá.