Así lo manifestó el concejal Rolando González a La FM, quien además reveló que el músculo financiero de la ETB tampoco alcanza para asumir la reparación de estos teléfonos, que han quedado en el olvido tras la llegada del celular.

El cabildante señaló a la emisora que ante el crecimiento del mercado de los dispositivos móviles “es entendible que la función de la telefonía pública decaiga. Por tal motivo, su presencia en vías ya se constituye en una invasión del espacio público”.

“Solo se mantendrán en recintos cerrados como hospitales y colegios”, agregó González al medio.

Un portavoz de la empresa de telefonía le dijo a El Tiempo que en los lugares donde son más utilizados estos teléfonos son los centros comunitarios, las cárceles y las instituciones educativas.

El funcionario aseveró al periódico que la operación de retirar las máquinas en su totalidad del espacio público cuesta 4.000 millones de pesos, por eso se irán sacando progresivamente.

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Según los datos de la ETB, hasta 2012, el uso de los teléfonos públicos dejaba una utilidad de 739 millones de pesos, pero, para 2016, los ingresos no superaron los 250 millones de pesos registrando una caída de más del 60 %.

En la actualidad, se han retirado más de 500 aparatos de las calles que irán desapareciendo del paisaje bogotano.