
El Gobierno anunció que en 2026 no se asignarán nuevos subsidios del programa Mi Casa Ya, decisión que generó críticas del sector constructor.
La ministra de Vivienda, Helga Rivas, explicó que los recursos se destinarán a proyectos de mejoramiento de vivienda y agua potable, argumentando que el subsidio no es la única vía para acceder a una vivienda formal.
(Vea también: Cómo aplicar a subsidio de $ 99 millones para construir en lote de Colombia: requisitos simples).
Señaló que se buscarán alternativas como créditos del Fondo Nacional del Ahorro, productos financieros y el “Pacto por el crédito” para apoyar a las familias interesadas.




Rivas aclaró que aunque Mi Casa Ya seguirá existiendo como parte de la política de adquisición de vivienda nueva, ya no contará con nuevos recursos, pues estos se ejecutaron durante el gobierno de Gustavo Petro.
La Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol), a través de su presidente Guillermo Herrera, rechazó la medida y afirmó que demuestra el desprecio del Gobierno por la vivienda nueva, afectando la generación de empleo y la actividad del sector, que ya acumula siete trimestres de caída.
“Como había advertido Camacol, se confirma que a este gobierno no le gusta la vivienda nueva. Siempre ha habido un gran desprecio por el sector de la construcción, un sector tan importante para la generación de empleo a nivel nacional”, detalló Herrera en palabras citadas por Portafolio.
Herrera advirtió que se necesitan más de cuatro millones de viviendas de aquí a 2035 y que esta decisión solo fomentará la informalidad y la desigualdad. También criticó que el Gobierno incumpla su meta de 400.000 mejoramientos de vivienda, calificándolo como “puro bla bla bla”.
Por qué subsidios de vivienda son claves en Colombia
Los subsidios a la vivienda en Colombia cumplen un papel fundamental para dinamizar la economía, fortalecer el tejido social y garantizar el acceso a un derecho básico como lo es tener un hogar digno. En un país donde amplios sectores de la población no cuentan con ingresos suficientes para cubrir el valor total de una vivienda nueva o usada, los subsidios funcionan como un puente entre las aspiraciones de las familias y la realidad del mercado inmobiliario.
Este apoyo estatal reduce la brecha entre el ahorro disponible y el costo final de la vivienda, permitiendo que miles de hogares, especialmente de clase media y baja, puedan materializar el sueño de tener casa propia. Esto no solo transforma la vida de las familias beneficiadas al ofrecerles mayor seguridad patrimonial, estabilidad y mejores condiciones de vida, sino que también contribuye a construir comunidades más estables, ordenadas y cohesionadas.
Además, los subsidios a la vivienda tienen un impacto económico que va más allá del beneficiario directo. El sector de la construcción es uno de los motores más importantes del crecimiento económico, ya que genera empleo formal y reactiva encadenamientos productivos con múltiples industrias, como el cemento, el acero, los acabados, el transporte y los servicios financieros.
Al estimular la demanda de vivienda a través de subsidios, se promueve la inversión privada en proyectos inmobiliarios y se mantiene activa una cadena que incluye desde diseñadores y arquitectos hasta obreros y proveedores de materiales. Esto, a su vez, ayuda a contrarrestar ciclos de desaceleración económica y a sostener la generación de empleo en todo el país, beneficiando a la economía nacional de forma integral.
Por otro lado, los subsidios contribuyen a reducir la informalidad urbana. Muchas familias, ante la imposibilidad de acceder a vivienda formal, terminan construyendo en zonas de alto riesgo o en condiciones precarias, generando asentamientos informales sin servicios básicos y sin planificación urbana. Al facilitar el acceso a vivienda formal a través de subsidios, el Estado no solo mejora la calidad de vida de esas familias, sino que también promueve el desarrollo urbano ordenado, la legalización de predios y la expansión de infraestructuras como vías, redes de agua potable y alcantarillado.
En conjunto, esto ayuda a crear ciudades más sostenibles, inclusivas y seguras, reduciendo desigualdades y mejorando la cohesión social. Así, los subsidios a la vivienda no deben verse solo como un gasto fiscal, sino como una inversión estratégica que impacta positivamente en la economía, el bienestar social y la calidad de vida de millones de colombianos.
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