Por: CENET

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Este artículo fue curado por pulzo   Ago 22, 2025 - 10:43 am
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La Encuesta de Opinión Industrial Conjunta (EOIC), realizada por la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI), revela que el panorama del sector industrial colombiano en el segundo semestre de 2025 está marcado por retos significativos, los cuales influyen directamente en las expectativas y el desempeño de las empresas. Entre los factores que más preocupan a los empresarios sobresalen la incertidumbre política y preelectoral (28,2%), la inseguridad y los bloqueos (24,8%) y el aumento de los costos laborales y reformas (15,4%). Esta suma de obstáculos ha configurado un escenario donde la cautela y la prudencia dominan la toma de decisiones en el ámbito empresarial, según la EOIC citada por la ANDI.

El contexto político actual, enmarcado por la proximidad de elecciones y un proceso de reformas aún en desarrollo, genera zozobra en el sector productivo. Según análisis publicados por El Espectador en 2025, la incertidumbre de esta índole tiende a frenar nuevas inversiones, pues los empresarios perciben una mayor exposición al riesgo. A su vez, los recurrentes bloqueos y los problemas de seguridad reportados en diferentes regiones afectan la logística, interrumpen la cadena de suministro y complican la movilidad, extendiendo su impacto desde los costos hasta la capacidad de producción.

No obstante, a pesar de la complejidad del entorno, la EOIC registra señales positivas en distintos indicadores clave de la industria. La producción industrial creció un 0,6%, las ventas totales presentaron un avance del 1,4% y las ventas al mercado interno subieron un 1,8%, cifras que contrastan con los registros negativos del mismo periodo en 2024. Un dato relevante es el mayor uso de la capacidad instalada, que alcanzó el 79,9%, superando tanto el año anterior como el promedio histórico, lo que refleja una mejor gestión de los recursos disponibles.

Sin embargo, el avance industrial no se da exento de dificultades. Los costos de producción han experimentado un incremento promedio del 9,2%, influenciados por el aumento en los gastos logísticos y de transporte (14%) y en los laborales (11,7%). Estos datos, confirmados por informes del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), reflejan que la inflación subyacente se mantiene alta en 2025, un fenómeno que afecta la rentabilidad y competitividad de las empresas colombianas.

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En cuanto al ambiente de negocios, el optimismo muestra una leve mejora frente a 2024: el 59,2% de los empresarios cuanto menos califica la situación como buena, aunque solo un 35,8% proyecta mejoras para los próximos meses, un porcentaje ligeramente menor que el del año anterior. Bruce Mac Master, presidente de la ANDI, ha subrayado en comunicados recientes la importancia de un entorno de certidumbre y seguridad para consolidar el crecimiento, enfatizando que la movilidad y el acceso sin obstáculos son fundamentales para la recuperación de la economía.

El escenario internacional también incide sobre las decisiones empresariales en Colombia. De acuerdo con el Banco Mundial (Informe Regional 2025), la región enfrenta los embates de una desaceleración económica global, volatilidad cambiaria y conflictos comerciales. Las firmas industriales consultadas por la EOIC reflejan esto en sus inquietudes: el 20,5% identifica la volatilidad del tipo de cambio como un riesgo y el 18,8% menciona la baja demanda e inversión.

No obstante, existe una perspectiva optimista sustentada en la posible reactivación de la inversión y un incremento de la demanda interna (21,9% de los encuestados lo indica), así como en una menor volatilidad cambiaria (14,9%) y el repunte de sectores estratégicos (11,4%). Experiencias comparativas, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), muestran que ciertos países de la región han logrado recuperar su inversión productiva estabilizando el tipo de cambio y focalizando reformas específicas, contexto en el cual Colombia vislumbra oportunidades de mejora.

Los especialistas en periodismo económico, como María Teresa Ronderos, destacan la importancia de monitorear persistentemente estos indicadores y contrastar opiniones de expertos, datos oficiales y estudios multilaterales. Este enfoque riguroso es esencial para anticipar riesgos y aprovechar oportunidades en el cambiante entorno económico.

Así, la industria colombiana se encuentra en una fase de transición, sorteando desafíos tanto estructurales como coyunturales, y dependiendo en gran medida de la consolidación de un contexto político, económico y social más estable para sostener su recuperación al cierre de 2025.

Preguntas frecuentes relacionadas

¿Cómo afecta la inflación subyacente a la industria colombiana?

La inflación subyacente, que excluye componentes volátiles como alimentos y combustibles, es un indicador que permite identificar las presiones inflacionarias más persistentes en una economía. En el caso colombiano, según reportes del DANE citados en 2025, este tipo de inflación ha llevado a aumentos notables en costos de producción, especialmente en insumos y mano de obra, lo que reduce el margen de rentabilidad para los empresarios.

Estos incrementos encarecen el proceso productivo y pueden resultar en un traslado parcial de los costos al consumidor final, afectando la competitividad de la industria nacional tanto en el mercado interno como en el de exportación. Por ende, la contención de la inflación subyacente es vital para sostener la inversión y la expansión industrial en el mediano plazo.

¿Por qué la incertidumbre política influye en la inversión empresarial?

La incertidumbre política surge cuando los empresarios desconocen cómo las decisiones de gobierno, las reformas legales o los posibles cambios de administración pueden afectar su entorno operativo y fiscal. Tal situación, según documentos analizados por El Espectador y la ANDI, incrementa la percepción de riesgo y retrasa o inhibe decisiones de expansión, compra de activos o contratación de personal.

Además, en contextos electorales la volatilidad en políticas públicas puede dificultar la planificación de largo plazo, lo que se traduce en una menor disposición a asumir riesgos económicos. Por ello, mantener reglas de juego claras y estables es clave para fomentar la confianza y la inversión sostenida en el sector empresarial.

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