Anteriormente, si alguna banda o alguna obra de arte extranjera llegaba al país debía pagar el 33 % de sus honorarios en solo impuestos, por lo que los organizadores castigaban a los posibles asistentes con el precio de la boletería.

A partir de 2011, cuando entró en vigor esta norma, los eventos se incrementaron, dejándole cada año a Bogotá un valor agregado de $ 2,9 billones. La capital colombiana es la ciudad que más se ha beneficiado de esta industria, superando al sector de la construcción y del transporte aéreo. En los próximos años, el campo podría hasta triplicarse.

Sectores como el de las comidas o el turismo también se han visto favorecidos por estos espectáculos. En Medellín, por ejemplo, se disparó el hospedaje en los hoteles cuando vino la cantante Madona, igualando en este sentido a eventos como la Feria de las Flores.

“El gran salto se dio con la aprobación de la Ley 1493 de 2011 que rebajó la carga de impuestos, creó un fondo para el mejoramiento de escenarios e impulsó la formalización de empresas proveedoras de servicios y los artistas”, comentó la Ministra de Cultura, Mariana Garcés a la revista Dinero.

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A parte de este reajuste se creó un aporte parafiscal a boletas con precios superiores a $ 99.468, que es reinvertido en remodelación, adecuación y modernización de los escenarios culturales. Otro punto a favor que dejó esta normativa es que si un contratista invierte en estos establecimientos, se le deducirá del impuesto de renta el total de lo gastado.

Estas regulaciones han permitido arreglos a escenarios como el Teatro Jorge Eliécer Gaitán o el Teatro Julio Mario Santo Domingo.