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La confianza del consumidor en Colombia alcanzó su nivel más alto del año en julio de 2025, al situarse en 5,3% según lo reporta la Encuesta de Opinión del Consumidor de Fedesarrollo. Este resultado representa un hito importante, ya que supera en 3,1 puntos porcentuales el registro de junio (2,2%) y mejora de manera sustancial los datos de julio de 2024, cuando el índice se ubicaba en un -9,0%. El avance sugiere un fortalecimiento de la percepción económica y creciente optimismo en los hogares colombianos tanto frente a la situación actual como ante las expectativas futuras del país.
La recuperación del Índice de Confianza del Consumidor (ICC) está sustentada en dos componentes clave: por un lado, el Índice de Condiciones Económicas, que mide la visión sobre el momento presente, aumentó 5,6 puntos y alcanzó 5,4%; por otro, el Índice de Expectativas del Consumidor, que evalúa las perspectivas a futuro, subió hasta 5,2%. De acuerdo con Fedesarrollo, esta recuperación anual se explica principalmente por la mejora en la valoración sobre la coyuntura económica actual y el creciente optimismo de los colombianos respecto al porvenir. Sin embargo, este fenómeno no es homogéneo en todos los rincones del país ni en todos los estratos sociales.
Los resultados por ciudades evidencian fuertes contrastes: mientras Barranquilla, Bucaramanga, Medellín y Cali mostraron incrementos notables en el índice (con máximos de +17,4 puntos en Barranquilla), Bogotá —la capital y referente económico nacional— vivió una ligera disminución de -1,5 puntos. Esta caída genera preocupación ya que Bogotá concentra más del 20% de la población urbana del país y antaño ha funcionado como termómetro de la economía nacional, según datos de El Espectador (2025). Factores como el desempleo y la percepción de inseguridad podrían estar detrás de este comportamiento diferenciado en la capital.
El análisis por estratos socioeconómicos también revela dinámicas divergentes. Solo el estrato medio experimentó un alza significativa en la confianza (+8,4 puntos), mientras que los estratos bajo y alto recortaron su nivel de optimismo (-1,7 y -8,5 puntos, respectivamente). De acuerdo con el Observatorio Económico del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE, 2025), las preocupaciones financieras globales y los problemas de ingreso y empleo siguen afectando particularmente a los extremos de la distribución social.
En cuanto a la disposición de compra, el interés por adquirir vivienda repuntó 4,5 puntos frente al mes anterior, aunque el indicador global permanece negativo (-14,3%), lo que señala la persistencia de desafíos en el sector de la construcción. Camacol ha advertido sobre la necesidad de políticas que estimulen la demanda y contengan los costos en tiempos de inflación. El panorama para bienes durables, como electrodomésticos, se mantuvo estable, mientras que la disposición a comprar vehículos se contrajo notoriamente hasta -36,5%, una señal de la crisis en el sector automotor evidenciada por el reporte de la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI), julio 2025.
Este momentum positivo del ICC durante el último trimestre, con un alza de 8,7 puntos porcentuales, sugiere un efecto de las recientes medidas para estabilizar la inflación y fortalecer el poder adquisitivo, acorde al Banco de la República. Pese a estos avances, Fedesarrollo insiste en los desafíos persistentes, sobre todo en los estratos más vulnerables y sectores con retrocesos continuos, evidenciando la necesidad de acciones políticas focalizadas. En el contexto latinoamericano, y según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la confianza del consumidor colombiana se posiciona en niveles intermedios, en medio de una región aún marcada por la incertidumbre postpandémica y volatilidad económica.
Preguntas frecuentes relacionadas
¿Qué es exactamente el Índice de Confianza del Consumidor y cómo se calcula?
El Índice de Confianza del Consumidor (ICC) es un indicador que sintetiza la percepción y expectativas de los hogares respecto a la economía. En Colombia, Fedesarrollo genera este índice a partir de encuestas mensuales que miden tanto la percepción sobre la situación económica actual como las expectativas futuras. Permite identificar tendencias en el consumo y sirve como guía para la toma de decisiones de política monetaria y empresarial, ya que una mayor confianza suele asociarse con un incremento en el gasto y la inversión de los hogares.
El ICC se compone de dos subíndices principales: el Índice de Condiciones Económicas, que evalúa el momento presente de la economía familiar y nacional, y el Índice de Expectativas del Consumidor, que analiza las perspectivas a seis o doce meses. Usualmente, se presenta como un porcentaje, donde valores positivos indican optimismo y negativos reflejan pesimismo en la percepción ciudadana. Datos históricos muestran que este indicador puede fluctuar ampliamente ante crisis económicas, cambios políticos o variaciones en el empleo e inflación.
¿Por qué la confianza del consumidor varía tanto entre ciudades y estratos?
Las diferencias regionales y socioeconómicas reflejan cómo factores locales impactan la percepción de los hogares. Por ejemplo, ciudades con mayores avances en infraestructura, empleo o seguridad tienden a mostrar mayores niveles de confianza, mientras que urbes enfrentando retos en estas áreas, como Bogotá con su reciente caída, pueden presentar resultados más bajos. También inciden elementos específicos como proyectos de inversión, estabilidad política local y la incidencia de fenómenos económicos regionales.
En el caso de los estratos, la sensibilidad frente a factores como inflación, tasas de interés, ingreso disponible o acceso a crédito difiere significativamente. Los estratos bajos suelen estar más expuestos a la informalidad laboral y al encarecimiento de bienes básicos, mientras que los estratos altos pueden verse más afectados por la volatilidad financiera global. Esta segmentación subraya la necesidad de analizar el ICC no solo globalmente, sino también al interior de los diferentes grupos sociales y territoriales para diseñar políticas públicas más efectivas.
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