Se trata de Credit Suisse y Deutsche Bank, dos de los bancos más importantes de Europa, que atraviesan un duro momento financiero a nivel global.

Las acciones del banco Credit Suisse, el segundo más importante de Suiza, cayeron durante la jornada bursátil a su nivel histórico más bajo, al ceder un 9 % sobre el parqué poco después de la apertura de la sesión. Si bien posteriormente lograron recuperarse parcialmente y cerrar con un retroceso del 0,93 % en un escenario de dudas sobre la reestructuración de la entidad.

Estos movimientos en la Bolsa de Zúrich, donde cotiza principalmente, se deben a la incertidumbre que se ha instalado en los mercados por la supuesta idea que tendrían sus ejecutivos de optar por una ampliación de capital para equilibrar las finanzas de la compañía. En lo que va del año, las acciones del banco han perdido el 56 % de su valor.

Credit Suisse reiteró que no ofrecerá detalles de los planes que está ultimando para su reestructuración hasta el próximo 27 de octubre, coincidiendo con el anuncio de sus resultados del tercer trimestre.

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Según un documento interno citado por la agencia suiza de noticias AWP, el director general del banco, Ulrich Körner, se dirigió el pasado viernes en una circular a los empleados para tranquilizarlos y asegurarles que la reestructuración tendrá una perspectiva de largo plazo y de un futuro sostenible.

En esa misiva, el ejecutivo habría reconocido que el banco se encuentra en un momento crítico, aunque “en buena dirección” ya que tiene un nivel sólido de fondos propios y liquidez.

Medios financieros han indicado que representantes del banco mantuvieron este fin de semana contactos con sus inversores más importantes para indicarles que la situación está bajo control, aunque los mercados siguen nerviosos como lo indica el fuerte aumento de coste que afronta el banco para asegurarse contra el riesgo de impago.

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El banco alemán Deutsche Bank anunció un aumento del 51 % de su beneficio neto en el segundo trimestre, hasta los 1.050 millones de euros (más de 1.060 millones de dólares), el mejor desde 2011.

Los ingresos globales, de 6.700 millones de euros, aumentaron un 7 %, impulsados por los clientes corporativos, según un comunicado de prensa. Los ingresos imponibles ascendieron a 1.550 millones de euros, en línea con las expectativas de los analistas.

Sin embargo, debido a los litigios en curso y a la guerra de Ucrania, la institución espera ahora un ratio de costes de entre el 70 % y el 75 % para el año, frente al 70 % previsto inicialmente. “Nos enfrentamos a presiones sobre los costes en un entorno más difícil que previsto”, subrayó el director financiero James von Moltke en un comunicado.