Durante su discurso de posesión, el presidente Gustavo Petro volvió a mencionar un tema que fue bandera de su campaña: el de la transición energética. “Nosotros estamos dispuestos a transitar a una economía sin carbón y sin petróleo, pero poco ayudamos a la humanidad con ello.

No somos nosotros los que emitimos los gases efecto invernadero. Son los ricos del mundo quienes lo hacen, acercando al ser humano a su extinción, pero nosotros sí tenemos la mayor esponja de absorción de estos gases después de los océanos: la selva amazónica”, dijo momentos después de hablar sobre el cambio climático.

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Es cierto que Colombia solo emite el 0,6 % de los gases de efecto invernadero del mundo, pero esto no significa que no debe embarcarse en un cambio del modelo energético. Sobre todo, porque así exportemos la mayoría de los combustibles fósiles, esto implica que se siguen quemando en otros países, contribuyendo al calentamiento de la atmósfera.

Sumado a lo que dijo en su discurso, Petro también da algunas pistas de lo que quiere hacer en temas de transición energética en su plan de gobierno. Además de aclarar que “se sentarán las bases para el desescalamiento gradual del modelo extractivista”, el documento menciona la participación de las comunidades en las decisiones, la eliminación de algunos beneficios tributarios al sector extractivista, crear un centro de investigación sobre energías limpias y reformar el código de minas, entre otras.

En medio de todo esto, una de las preguntas claves que se hacen muchos es cuáles serán los pasos que deberán darse para cumplir sus promesas. ¿Qué debe priorizar el Gobierno durante sus primeros 100 días?

Eliminar progresivamente los combustibles fósiles

Durante su candidatura, Petro dijo que su primera decisión sería “el cese de la contratación de exploración de petróleo en Colombia”, una idea que se repite en su plan de gobierno. “No se otorgarán nuevas licencias para la exploración de hidrocarburos, ni se permitirá la gran minería a cielo abierto”, señala el documento. Y, desde el punto de vista de varios expertos, empezar a buscar la salida de los combustibles fósiles, sobre todo del carbón y el petróleo, tiene coherencia con lo que ha pedido hacer la ciencia frente al cambio climático. El reto está en para cuándo y cómo hacerlo.

Aunque no hay datos o algún ejercicio que pueda estimar una fecha exacta sobre cuándo ocurrirá eso, Jéssica Arias, parte del equipo de energía de Transforma y PhD en transición energética, da unos años claves. “Ya que somos parte de la OCDE y tenemos unos compromisos de carbono neutralidad, esto implica que las plantas de carbón deben salir entre el 2030 y 2035”, asegura. Mientras que el gas, sin tecnologías de captura de emisiones, deberá dejar de usarse entre 2040 y 2045.

“Una recomendación, por ejemplo, es que para 2035 no se vendan más vehículos de combustión interna, lo que también le pone una vida límite al petróleo”, asegura. Esto, insiste Arias, no significa cerrarlo todo ya. “Con las plantas térmicas de electricidad la idea es que no entren nuevas, y solo dejar las que ya están y las que vienen, pero que tienen una obligación de energía asignada, ya que le pueden dar confiabilidad al sistema mientras se logra el 100 % de una energía eléctrica renovable”.

Por su parte, el equipo del proyecto Camino Hacia Carbono Neutral asegura que, aunque es imposible ponerle fecha, serán el mercado y las condiciones del subsuelo los encargados de ir sacando a estas industrias. “La historia nos dice que hemos invertido muchos recursos en exploración, pero no hemos encontrado mayor cosa, sobre todo con el petróleo”.

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Generar incentivos que hagan menos atractivo seguir buscándolo y explotándolo es una parte importante del “cómo”. Santiago Aldana, consultor en políticas climáticas, señala que, por ejemplo, el Gobierno “deberá crear un paquete de desmonte de los beneficios tributarios que tienen esas grandes empresas, pues pueden sumar hasta 292 beneficios”.

En esa misma vía, Arias, de Transforma, asegura que también se necesita que la reforma tributaria tenga un impuesto al carbono efectivo. “El que tenemos hoy no lo es, está por debajo del que los estudios han señalado que se requiere para que tenga un impacto”.

Dar claves de otros ingresos y trabajos para el país

Colombia tiene una particularidad en su transición energética. Algo que, para muchos, implica un dilema: alrededor del 56 % de las exportaciones son de carbón y petróleo. “Es un balance complicado, porque no nos podemos quedarnos sin ingresos, no solo para el presupuesto del país, sino para las regiones, ya que el Fondo Nacional de Regalías se alimenta de esto”, cuentan desde Camino Hacia Carbono Neutral.

De hecho, explica Ximena Barrera, directora de Relaciones de Gobierno y Asuntos Internacionales de WWF Colombia, esta ONG, junto a Conexión Análisis, realizó un estudio sobre inversión y costo fiscal de la transición, encontrando que un “modelo productivo no basado en petróleo, gas y carbón implica necesariamente encontrar una actividad económica que genere, en el corto plazo, más de 50 billones de pesos de PIB anualmente y, al menos, 200 mil empleos directos con carácter regional”.

Cómo lograrlo no tiene una respuesta ni única ni fácil, pero hay un portafolio de ideas. Desde Camino Hacia Carbono Neutral creen que se puede aprovechar una industria que crecerá: la de la minería necesaria para los minerales que usan las energías renovables. Esta idea va en la misma vía de la que tiene Arias: capacitar a más personas en toda la cadena de las renovables, desde en el mantenimiento de paneles solares hasta, incluso, pensar en que Colombia desarrolle estas tecnologías. Para eso, claro, sería clave ver qué sucede con el centro de investigación en energías renovables que propone Petro. Sin embargo, lo más clave, como lo señaló a El Espectador Antonio Hill, asesor del Natural Resource Governance Institute en temas de transición energética, es recordar que el hueco fiscal de no exportar más combustibles fósiles se dará tarde o temprano. En el primer caso, sería de manera desordenada y obedeciendo a la fecha de expiración que les dé el mercado. Y la segunda, es hacerlo más pronto, pero con una hoja de ruta clara.

 

Participación de las comunidades

El escenario es repetitivo en Colombia: un proyecto energético llega a un territorio y se encuentra con la oposición de las comunidades, pues en un gran porcentaje de veces no se les respetan sus derechos. Y una buena señal de que el gobierno de Petro esté dispuesto a disminuir estos conflictos socioambientales, indican tanto WWF como Camino Hacia Carbono Neutral, es que el Congreso ratifique el Acuerdo de Escazú lo más pronto posible.

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Además, cuenta Aldana, será importante que se priorice la construcción de los diálogos minero-energéticos que propone el plan de Petro, por dos razones. Primero, porque igual se necesitará minería para la transición e, históricamente, “no es que las comunidades se opongan ante estos proyectos, sino que son apuestas tan impositivas, que los arroyan. Sin darles alternativas para subsistir”. Lo segundo es que incluso con proyectos de energías renovables –que no necesitan necesariamente licencias o consultas con las comunidades– también se puede entrar en conflicto con lo que las comunidades quieren. Por ejemplo, que esas áreas dejen de ser utilizadas para cultivar alimento y, en cambio, se usen para parques eólicos.

Todo esto pasa por un tema clave que deberá resolver el Gobierno: ¿qué hacer con las consultas populares que, de alguna manera, la Corte dejó en el limbo? En su plan de gobierno, Petro dice “respetaremos las decisiones democráticas de las consultas populares” y la Corte previamente había dicho que el subsuelo también es del Estado.

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Mejorar eficiencia y electrificar, un reto con algunas claves

Arias, de Transforma, arroja una cifra sorprendente: en Colombia aprovechamos solo el 35% de la energía. El resto se pierde por ineficiencia, algo que, aclara, no es exclusivo del país. Por esto, mejorar la eficiencia energética es uno de los siete pilares de los que habla la Agencia Internacional de Energía al referirse a la transición energética.

Además de la tecnología, una vía para ir mejorando el tema es electrificar. “Con solo electrificar la industria y el transporte se mejora la eficiencia, porque reduces emisiones y reduces la demanda total de energía”, cuenta.

Igualmente, Barrera, de WWF, cree que se trata de un reto importante que deberá enfrentar el gobierno Petro. Aunque recientemente se actualizó el Programa de Uso Racional de la Energía, conocido como PROURE 2022-2033, Barrera señala que quedan algunos vacíos en temas de operatividad para lograr eficiencia energética en las industrias de generación y manufactureras, en el transporte y en el sector residencial, entre otros. “Volver a activar instancias como el Comisión Intersectorial para el Uso Racional y Eficiente de la Energía y Fuentes No Convencionales de Energía, (CIURE)”, dice, sería una buena señal de que el Gobierno busca un cambio. Que la transición energética sea de todos los ministerios

Cambiar el modelo energético no debe ser solo un tema del Ministerio de Minas. Deben estar involucradas todas las carteras, como la de Ambiente, que da pistas claves sobre su coherencia climática, o la de Trabajo, que debe pensar en qué pasará con los trabajadores de las industrias extractivas.

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“Una buena señal es que se articule la gestión pública, no se puede dejar en un solo sector”, dicen desde Camino Hacia Carbono Neutral. Al igual que ellos Barrera cree que una transición energética justa solo se logrará a través del trabajo no solo entre varios ministerios, sino con los territorios y otros actores del Sistema Nacional de Cambio Climático (Sisclima), como la Comisión Intersectorial de Cambio Climático (CICC) y los Nodos Regionales de Cambio Climático.