Armando Carrillo nació en Valledupar el 3 de noviembre de 1985, tenía el apellido materno porque el papá no lo reconoció. Pasaba los días jugando y haciendo goles en las canchas de la región, mientras convivía con sus dos hermanos y pasaba tiempo solo porque su mamá era comerciante y viajaba mucho.

Agustín Garizábalo, uno de los grandes cazatalentos del fútbol colombiano, llegó a Valledupar y un taxista le dijo: “Pregunte por un ‘pelaíto’ que le dicen ‘La Perra’”.

Durante un par de días se hicieron las pruebas y efectivamente Carrillo se destacó y quedó entre los 22 seleccionados. Pero el día definitivo no llegó a la última prueba y alguien comentó: “Ni lo espere. Ese ‘pelao’ ayer se estaba pegando sus cervecitas en el concierto de Moisés Angulo y La Gente del Camino”.

La sorpresa era grande, pues el habilidoso delantero solo tenía 14 años. Carrillo llegó más tarde, Garizábalo estaba reacio a aceptarlo pero le dio una nueva oportunidad.

En su blog personal, cuenta Garizábalo, que el Bucaramanga también quería a Carrillo y él lo convenció de ir al Cali: “Si te vas al Bucaramanga, seguro que debutas como profesional en un año. Si vas para el Cali, en cambio, te tocará esperar unos cuatro años para llegar arriba, pero allá te van a enseñar a ser profesional, te van a educar, te van aumentar de peso, te van a convertir en un atleta ¿Prefieres debutar rápido, aunque juegues pocos años, o prefieres esperar y prepararte bien, y gozar después de una carrera larga y fructífera?”.

Garizábalo estaba equivocado poque Carrillo sí se marchó al Cali, pero debutó con solo 16 años e hizo gol. Fue en septiembre de 2002 y un 2-0 de los ‘azucareros’ sobre el Quindío; se convirtió en el jugador más joven en marcar un gol en primera división con el cuadro verdiblanco. Empezó a llamar la atención su habilidad, explosión y definición y por supuesto se supo su apodo: ‘La Perra’.

La explicación es tan insólita como el sobrenombre. Resulta que con tan solo 10 años era difícil quitarle el balón y dejaba “regados” en el camino a los otros niños. Una persona con mucha imaginación hizo una comparación extraña y dijo que la situación parecía como cuando una perra recién parida iba caminado y todos los cachorros detrás. “¡Buena, perra paría!” le gritó.

Así comenzaron a llamarlo pero Carrillo se indisponía mucho. En una final intercolegial, los hinchas del equipo rival llevaron al partido una perra y cantaron un pedazo de un vallenato de Alejo Durán: “Ahí viene la perra, que me iba mordiendo…”. Carrillo botó muchos goles y los rivales se dieron cuenta que así lo desestabilizaban.

Un día se resignó, aceptó el apodo y explotó en su natal Valledupar. Aparte del Deportivo Cali jugó en: Huila, Bucaramanga, Nacional, Tolima, Envigado, Boyacá Chicó y se retiró en la B con el Valledupar F.C. A nivel internacional estuvo en Venezuela con: La Guaira, Metropolitano y Atlético Venezuela.