Constaín recuerda en su columna que Julen Lopetegui era el técnico de la selección España, y afirma que “habría podido durar allí lo que quisiera”, pero dos días antes del Mundial se supo que el Madrid lo había contratado “sin decírselo siquiera a la federación española, que por supuesto lo tuvo que destituir con un argumento fulminante: ‘Las formas son importantes’. No todo es plata en la vida”.

“Y ahora pasó lo que tenía que pasar, se sabía que iba a ser así, y es que un técnico mediocre como Lopetegui ni siquiera va a terminar su primera temporada con el Real Madrid”, advierte Constaín. “Pobre, sí, pobre. Pero en casos como el suyo el sacrificio es merecido. Sin altar, sin gloria, sin nada”.

Lo que amplifica esta situación del estratega español, según Constaín, es que su “tragedia” la ve todo el mundo, todos los días, “en vivo y en directo y por televisión”. Pero eso no es todo, se ve “con los crueles atributos de la industria del fútbol y de ese equipo infame, frío y sin piedad: Lopetegui es hombre muerto y se va del Madrid, se quemó en la silla eléctrica; a rey muerto, rey puesto”.

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Por ahora, la sufrida victoria 2-1 del Real Madrid el martes pasado frente al modesto Viktoria Plzen checo permitió al cuestionado técnico Lopetegui seguir en su puesto para el clásico de este domingo contra el Barcelona, pero no sirvió para borrar las dudas en el juego del equipo blanco, advierte AFP.

‘El Madrid por fin vence, pero… no convence’, tituló en primera página este miércoles el diario deportivo madrileño AS, mientras su competidor Marca habla de “victoria con pitada”. El triunfo sirvió principalmente para poner fin a una racha de cinco partidos sin ganar, cuatro de ellos derrotas.

El partido contra el peligroso Barcelona podría acabar marcando el devenir de Lopetegui, advierte la agencia de noticias, para la cual, el equipo ‘culé’ parece erigirse en árbitro del futuro del técnico blanco.

“En el fútbol […] —continúa Constaín— he visto en mi vida a demasiados jugadores y demasiados técnicos subir al cielo, solo para verlos caer al infierno pocos días después, a veces muy pocos, encumbrados primero y empujados luego por los mismos fanáticos y los mismos enfermos: esa barra brava que suele ser la especie humana, gratuita siempre a la hora de celebrar y desleal e ingrata cuando las cosas ya no van bien”.

A esas realistas y dolorosas honduras del mundo del fútbol, y de la humanidad, llegó el columnista después de haber hecho, en el comienzo de su escrito, una descarnada descripción de lo que son la gloria y la fama para muchos (“políticos, cantantes, millonarios, tenistas, tuiteros, youtubers, reguetoneros, contadores y demás celebridades que van por el mundo con la cruz a cuestas de su fama, su prestigio y su felicidad”):

La gloria y la fama, ya lo sabemos, son una especie de altar sacrificial: un botín por el que muchos luchan toda la vida, hasta cuando por fin lo obtienen y entonces se dan cuenta de que es más bien un lastre y una lápida, una maldición de la que quizás no puedan librarse jamás. De ahí el sacrificio: quien busca la gloria y la fama le vende el alma al diablo, encarnado en los caprichos y vaivenes de la turba, los otros, la gente, los demás”.