“Nadie sabe cuanto tiempo he esperado este momento”, dijo Jersson González en febrero de 1998. Habían pasado 6 meses desde su último partido y hasta ahora podía volver a hacer deporte de alto rendimiento. El sábado 2 de agosto de 1997 sufrió un malestar, pero finalmente le dieron el aval para jugar el partido del domingo ante el Once Caldas. Sin embargo, a los 16 minutos del compromiso debió salir y ser llevado de inmediato a la Clínica Imbanaco.

La mamá del jugador aseguró que Jersson llegó con 31 pulsaciones por minuto, algo muy por debajo de lo habitual. Luego lo trasladaron a la Clínica Valle del Lilí donde le hicieron varios electrocardiogramas y otros exámenes.

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“La alteración del ritmo cardiaco continuó. El mismo es causado por una inflamación del corazón la cual, pensamos, puede ser pasajera. Creemos que él se puede recuperar. Lo seguiremos observando durante algunos días para saber cómo evoluciona. La misma pudo ser producto de un virus, pero hay que descartar que la carga de trabajo le haya afectado”, dijo en rueda de prensa Felipe Chong, médico que lo atendió.

Incluso, expresaron que no podían asegurar que pudiera volver a jugar fútbol. En septiembre viajó a Bogotá a hacerse otros exámenes en la Clínica Shaio, por lo que se diagnosticó era una miocarditis de tipo viral. A Jersson González le recomendaron 6 meses de receso deportivo mientras se le hacía un control. En ese momento el lateral tenía 22 años y se perdió la final de diciembre de 1997 donde el América venció al Bucaramanga.

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“Siempre sostengo, es mejor perder seis meses y no la vida en un minuto”, le dijo a El Tiempo el médico del América, Héctor Fabio Cruz. Finalmente, a comienzo de febrero le hicieron una prueba de esfuerzo, salió bien y Jersson González pudo seguir su carrera normalmente. Con América ganó 4 títulos y también pudo jugar a nivel internacional con Galatasaray y River Plate.