La Alcaldía Local de Santa Fe, en la ciudad de Bogotá, ha impulsado recientemente una iniciativa que busca promover la adopción responsable de perros y gatos rescatados del abandono y el maltrato. Esta acción, enmarcada dentro de la campaña “Bogotá, mi Ciudad, mi Casa”, pretende unir a nueve animales —con nombres como Simba, Nébula o Scott— con familias dispuestas a brindarles un hogar definitivo. El objetivo principal es sensibilizar sobre el compromiso real que representa la adopción, enfatizando los beneficios que esta decisión trae tanto para el animal como para la familia adoptante, al tiempo que se subrayan los retos y responsabilidades asociados.

El programa destaca la importancia de adoptar animales que pueden tener antecedentes complejos. Por ejemplo, Nébula, con un problema en su columna, demanda cuidados médicos continuos, mientras que Scott, un perro de avanzada edad, sobrevivió a episodios de abuso sexual. Casos como estos ilustran no sólo las consecuencias del abandono y maltrato animal en Colombia, sino también la necesidad de una atención empática y especializada. Según datos de la Fundación Animal Legal Colombia de 2024, únicamente el 20% de los animales rescatados reciben una atención adecuada, lo que evidencia el desafío institucional frente a problemáticas como el abandono masivo y la limitada cobertura de los programas públicos existentes.

La labor desplegada por las organizaciones de rescate y los hogares temporales en Santa Fe se integra en un esfuerzo nacional orientado al bienestar animal. El Instituto Distrital de Protección y Bienestar Animal (IDPYBA) ha trabajado de manera articulada con comunidades, veterinarios y activistas, priorizando la esterilización, vacunación y defensa legal de los animales. Solo en 2023, la entidad reportó la realización de aproximadamente 3.500 adopciones en Bogotá, número que pone en relieve tanto el impacto positivo de estas políticas como la imperiosa necesidad de mantenerlas y expandirlas en el tiempo, de acuerdo con su informe anual correspondiente.

Desde una mirada psicológica y social, adoptar un animal rescatado implica una reparación mutua. La Universidad Nacional de Colombia señala que tanto los animales como sus adoptantes inician procesos de reconstrucción de la confianza y el bienestar emocional. Las familias reportan mayor calidad de vida y bienestar, fruto del lazo afectivo que se consolida a partir del acto de adopción, lo cual subraya la dimensión transformadora de esta práctica solidaria.

Sumado a esto, la campaña denuncia el comercio ilegal en criaderos donde se explota a las perras para cría indiscriminada, muchas veces en condiciones insalubres y sin controles normativos. Adoptar es también un rechazo ético a la explotación animal y una apuesta consciente por prácticas responsables. Organizaciones como Animal Equality, citadas en reportes de 2024, muestran cómo este tipo de actitudes resulta indispensable para combatir dinámicas comerciales adversas al bienestar animal.

Para quienes contemplen la opción de adoptar, los requerimientos van más allá de la simpatía: la disponibilidad de tiempo, la aceptación de problemas de salud física o emocional, la capacidad económica para cuidados básicos y, sobre todo, un amor incondicional centran la evaluación y selección de los hogares adoptantes. Refugios como Pedacito de Cielo en Santa Fe reafirman la necesidad de abordar la adopción con rigor y empatía, para que la integración animal-humano sea efectiva y permanente.

En un plano más amplio, la adopción responsable contribuye a la salud pública y al desarrollo urbano sostenible, disminuyendo la población de animales callejeros y los riesgos asociados, incluido el control de enfermedades zoonóticas. El Ministerio de Salud y Protección Social de Colombia enfatiza, en su informe de 2025, que la educación y la promoción de la tenencia responsable son piezas clave en la construcción de ciudades más seguras y humanas.

En resumen, la invitación de la Alcaldía Local de Santa Fe va mucho más allá de la filantropía: es una apuesta ética, legal y social que exige un compromiso colectivo por la vida y el bienestar animal. Adoptar, en este contexto, se transforma en un acto de humanidad y responsabilidad, que renueva el vínculo entre las personas, las comunidades y los seres que las acompañan silenciosamente.

Preguntas frecuentes relacionadas

¿Cuáles son los pasos formales y requisitos para adoptar un animal rescatado en Bogotá?

La adopción responsable en Bogotá implica seguir un procedimiento establecido por entidades como el IDPYBA y los refugios registrados. Generalmente, el proceso inicia con el registro del potencial adoptante, seguido de una entrevista y la verificación de condiciones del hogar. Se exige demostrar la capacidad para cubrir necesidades básicas —alimentación, salud veterinaria, tiempo y espacio adecuado— y se realiza una visita de seguimiento posterior a la adopción. Este protocolo busca garantizar la seguridad, salud y bienestar del animal, alineándose con normativas municipales y nacionales sobre protección animal.

Además, las organizaciones suelen priorizar una sensibilización previa, que permita comprender los traumas o necesidades especiales de los animales. La educación y el acompañamiento de expertos son componentes fundamentales para asegurar que la familia esté preparada emocional y físicamente para integrar al nuevo miembro, facilitando así su adaptación y permanencia.

¿Qué significa la tenencia responsable y por qué es crucial en la adopción?

La tenencia responsable hace referencia al compromiso continuo asumido por la persona o familia adoptante para garantizar el bienestar físico, emocional y social del animal durante toda su vida. Incluye desde la alimentación adecuada y el acceso a cuidados veterinarios, hasta la generación de rutinas de ejercicio, acompañamiento y estímulo emocional que fortalezcan el vínculo y prevengan el abandono futuro.

Este concepto es esencial porque el abandono animal no solo impacta negativamente la vida de perros y gatos, sino que tiene consecuencias sanitarias y sociales para toda la comunidad. Políticas públicas y campañas educativas insisten en que la tenencia responsable reduce significativamente los índices de maltrato, enfermedades transmisibles y accidentes urbanos, mejorando globalmente la relación entre los seres humanos y sus animales de compañía.

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