Sus nuevos padres vivían en los Alpes, en Les Carroz d’Araches, una estación de esquí cercana al Mont Blanc y a la frontera con Suiza. Le cambiaron el clima tropical por la nieve. Y aprendió a esquiar al mismo tiempo que a caminar.

“Tras llegar muy pequeño a Francia, pocos meses después, ya estaba sobre unos esquíes. Aprendí a esquiar antes que a andar“, recuerda el esquiador.

Aunque creció en Francia, en 2016 eligió a su país de nacimiento, Colombia, para competir. De este modo, participó en los Juegos Olímpicos de Invierno de la Juventud en Noruega. Dos años después, compitió en los Juegos de Pyeongchang-2018, donde terminó en el puesto 37 en el eslalon, sin poder terminar el eslalon gigante.

Ahora, con 23 años, afronta su segunda experiencia en Pekín-2022, el 13 de febrero lo hará en el eslalon gigante y tres días después en el eslalon, pese a que estuvo cerca de un caso de COVID-19 en el avión en que viajó a Pekín, lo que puso en peligro su participación.

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Para estos Juegos, me he entrenado más y he trabajado más, pero me he lesionado también más. Tuve problemas en la rodilla en 2919 y en 2020. Y en noviembre de 2021 tuve una caída que me afectó un riñón. Fue bastante grave y no sabía si me iba a recuperar para este año. Me operaron y debía parar seis meses. Al final, los médicos hicieron un buen trabajo y arreglaron todo bastante rápido”, explica Poettoz.

Después de su primera participación olímpica, Poettoz cree que ha conseguido poner un poco de atención hacia el esquí alpino en su país de nacimiento. A lo que también han contribuido los otros olímpicos colombianos, cuatro en Corea del Sur, hace cuatro años, y tres esta vez en China.

“La prensa habla más de los deportes de invierno”, dice. “Es complicado, pero vamos a hacer lo máximo para que la gente en Colombia mire estos deportes. Por ahora, los deportistas colombianos llegan un poco por azar y querríamos que lleguen de forma natural”, añade.

El joven esquiador tiene una hermana pequeña, adoptada por la misma familia, que también es colombiana, nacida en Pereira.

Michael Poettoz, que no ha vuelto a Colombia desde 2018, debido al COVID-19 y a las varias lesiones que ha tenido, no sabe nada de sus padres naturales.

No tengo información, solo sé que mi apellido era Ibáñez. Tal vez si un día salgo en la tele con mi apellido colombiano me reconocerán. Pero es cierto que no me he puesto a investigar. Todo el año estoy concentrado en el esquí. Tal vez cuando me retire del esquí podré viajar a Colombia”, dice.

Seguidor de Colombia

Poettoz destaca que siempre quiso defender a Colombia como esquiador, antes que a Francia. “Sí, tenía ganas de representar a Colombia. Siempre voy con los ciclistas colombianos como Nairo Quintana, o los tenistas o la selección de fútbol. En todos los deportes siempre voy con Colombia a fondo, no por Francia. Si Francia juega contra Colombia, voy con Colombia”, afirma.

Su amor por el deporte colombiano se extiende a la halterofilia, al punto que en este campo quiere seguir en el futuro, una vez que abandone el esquí.

“Trabajo para ser profesor de halterofilia y me encanta Óscar Figueroa. Quiero convertirme en entrenador. Trabajo ya en un gimnasio, para preparar a deportistas en este campo y a final de año tendré mi diploma“, añade.

Aunque no ha vuelto a Colombia en los últimos cuatro años, quiere regresar pronto para mostrarle su país de nacimiento a su novia francesa. “Quiero que conozca Colombia”, dice con voz de impaciencia. “Colombia es la cultura del trabajo para llegar a una meta”, concluye.

Poettoz quiere superar en Pekín el 37º puesto que logró en eslalon hace cuatro años en Corea del Sur.