Tras el fracaso de Alejandro Restrepo al mando de Atlético Nacional, los directivos encargaron a un viejo conocido y trabajador de las divisiones menores: Hernán Darío el ‘Arriero’ Herrera. La urgencia apuraba en su momento, pues tras la salida del joven técnico, el verde tenía a 3 días un juego decisivo por Copa Libertadores. Entonces, Emilio Gutiérrez y su equipo de trabajo tomaron mano de un empleado de la casa mientras realizaban una búsqueda exhaustiva para un nuevo entrenador.

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En medio de múltiples dudas por parte de la afición, el ‘Arriero’ trabajó en silencio y fue práctico. Herrera no tiene los estudios, la oratoria ni los tecnicismos de tantos entrenadores que pasaron por el banquillo del ‘verdolaga’ dejando fracasos; pero tiene algo más importante: sentido de pertenencia por el club y la experiencia del inmenso jugador que fue en su época.

Con esos dos pilares, el de 64 años armó una familia, escuchó a los jugadores, les brindó confianza y los blindó en un momento complicado. Así, poco a poco, el técnico fue construyendo a un equipo que cada vez se hacía más fuerte, que empezó a aprovechar sus fortalezas y minimizar sus debilidades, pero que ante todo fue combativo.

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Esa premisa contagió a todo su equipo de trabajo. Por eso, Nacional, sin ser un gran favorito, se volvió un rival difícil para todos y llegó a la meta. Hoy, este Atlético Nacional no es el del juego vistoso que dicta su historia, pero, también como lo manda su leyenda, es un equipo que pelea y nunca se da por muerto. Bajo ese estilo, auténtico y sin matices, el ‘Arriero’ Herrera se salió con la suya y hoy es el técnico campeón con Atlético Nacional.